Un verano teletrabajando desde Corea
Este verano he hecho algo nuevo: pasar dos meses teletrabajando desde Corea.
Quizá lo único bueno que nos ha dejado la pandemia es una mayor flexibilidad
en cuanto al trabajo en remoto. A pocos días de mi regreso, creo que ya puedo
hacer balance de esta experiencia.
Lo primero y más importante era compartir tiempo de calidad con la familia.
Fue estupendo estar juntos sin mirar el calendario de reojo. Las niñas cada
vez pasan menos tiempo en casa porque están muy ocupadas con escuela y
academias, y cuando regresaban yo estaba trabajando, pero aun así compartimos
mucho tiempo. Además, llenamos fines de semana y vacaciones con actividades y
viajes.
El viaje principal fue la semana que pasamos en Japón, concretamente en Nagoya
y Kioto. Un viaje estupendo en el que pudimos visitar el Parque Ghibli, el
castillo de Nagoya, el Museo de Toyota, el Acuario del Puerto de Nagoya y
varias atracciones tradicionales de Kioto como el templo Kiyomizu-Dera, el
templo Tenryu-ji, el santuario Fushimi Inari, el templo Nishi Hongwan-ji y el
templo Higashi Hongan-ji. Además pernoctando en buenos hoteles y comiendo
cosas ricas. Eso sí, el calor que hay en el sur de Japón en verano es tan duro
como el de Corea o incluso peor.
Qué decir de la comida. Me encanta la gastronomía coreana y estos dos meses
disfruté como nunca. Incluso hicimos alguna visita a un bufet de sushi y otras
cosas (#nuncamais).
Lo peor fue el calor. Julio es el mes del
jangma
y agosto también es caluroso y húmedo. Es terrible estar todo el día sudando y
no poder descansar bien de noche porque la temperatura mínima no baja de 28
grados durante semanas. No hay remedio para esto salvo refugiarse en
cafeterías o bibliotecas en los ratos libres, trabajar con un ventilador al
lado y tomar café con hielo cada dos por tres. Es la peor época del año para
visitar Corea pero quería estar durante las vacaciones escolares, así que ya
iba mentalizado sobre esto.
En cuanto al trabajo en sí, creo que la experiencia fue satisfactoria. Tenía
tres problemas potenciales en la cabeza y ninguno se materializó. El primero
era el horario debido a la diferencia de siete horas entre España y Corea,
pero trabajando de 13:00 a 21:30 en Corea (6:00 a 14:30 en España) pude
coincidir tiempo suficiente con el equipo. El segundo eran las llamadas
telefónicas porque para evitar roaming deshabilité la SIM del trabajo (oh, el
placer de hacer esto), pero lo cierto es que desde que me ocupo de asuntos
generales y no de clientes o proyectos concretos, el número de llamadas
telefónicas ha bajado de 20-30 al día a prácticamente cero; desvío al teléfono
general de llamadas externas y uso de Teams para comunicaciones internas y
asunto arreglado. El tercero era la distancia, ya que soy un firme defensor de
que el trabajo presencial es más efectivo que el remoto; sin embargo apenas se
notó por varios motivos, como que el verano es algo más pausado, que al final
solo fueron dos meses y que ya estamos muy acostumbrados a que siempre haya
gente en teletrabajo y tenemos herramientas y sistemas para que todo fluya lo
mejor posible.
En resumen, que laboralmente muy bien y espero que no haya obstáculos para
repetirlo. Teletrabajar todo el tiempo no me parece una buena opción,
como ya decía hace años, pero para períodos temporales de dos o tres meses no veo problemas.
Algo inesperado de la visita es que leí muchos libros. Hacía años que no tenía
un ritmo de lectura así. Empecé con
la colección de Harry Potter, que le compré a Sonia para que practique español y aproveché para leer los
cuatro primeros (el quinto me lo traje para leer en España). También fuimos
bastante a bibliotecas públicas y tomé prestados varios libros. Primero leí
Shoe Dog
de Phil Knight, la historia autobiográfica de los primeros años de Nike, desde
que Blue Ribbon importó las primeras zapatillas japonesas hasta la salida a
bolsa; un libro ameno e instructivo sobre negocios al límite y la importancia
de rodearse de personas inteligentes, trabajadoras y hambrientas. Después
Please look after mom, una novela de gran éxito de la surcoreana Shin Kyung-sook que deseaba leer
desde hacía años y que me encantó; se disfruta más sabiendo algo de la cultura
coreana, pero no es imprescindible para disfrutar de esta emocionante oda a la
maternidad. Por último leí
Measure what matters
de John Doerr, una apología de los OKR (objetivos y forma de medirlos) y la
metodología CFR para evaluación continua de equipos, un libro que se lee fácil
e incluye muchas historias en primera persona sobre Google y otras startups.
Ahora a intentar mantener el ritmo de lectura también en España.
Termino con un vídeo resumen donde recopilo los shorts que fui publicando
durante el viaje.
Espero regresar a Corea próximamente, quizá ya en diciembre, para pasar otros
dos o tres meses teletrabajando y disfrutando de mi segundo país.
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