sábado, 31 de agosto de 2024
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Un verano teletrabajando desde Corea

Templo budista coreano

Este verano he hecho algo nuevo: pasar dos meses teletrabajando desde Corea. Quizá lo único bueno que nos ha dejado la pandemia es una mayor flexibilidad en cuanto al trabajo en remoto. A pocos días de mi regreso, creo que ya puedo hacer balance de esta experiencia.

Lo primero y más importante era compartir tiempo de calidad con la familia. Fue estupendo estar juntos sin mirar el calendario de reojo. Las niñas cada vez pasan menos tiempo en casa porque están muy ocupadas con escuela y academias, y cuando regresaban yo estaba trabajando, pero aun así compartimos mucho tiempo. Además, llenamos fines de semana y vacaciones con actividades y viajes.

Playa de Pohang

El viaje principal fue la semana que pasamos en Japón, concretamente en Nagoya y Kioto. Un viaje estupendo en el que pudimos visitar el Parque Ghibli, el castillo de Nagoya, el Museo de Toyota, el Acuario del Puerto de Nagoya y varias atracciones tradicionales de Kioto como el templo Kiyomizu-Dera, el templo Tenryu-ji, el santuario Fushimi Inari, el templo Nishi Hongwan-ji y el templo Higashi Hongan-ji. Además pernoctando en buenos hoteles y comiendo cosas ricas. Eso sí, el calor que hay en el sur de Japón en verano es tan duro como el de Corea o incluso peor.

Qué decir de la comida. Me encanta la gastronomía coreana y estos dos meses disfruté como nunca. Incluso hicimos alguna visita a un bufet de sushi y otras cosas (#nuncamais).

Pato a la parrilla en Corea

Lo peor fue el calor. Julio es el mes del jangma y agosto también es caluroso y húmedo. Es terrible estar todo el día sudando y no poder descansar bien de noche porque la temperatura mínima no baja de 28 grados durante semanas. No hay remedio para esto salvo refugiarse en cafeterías o bibliotecas en los ratos libres, trabajar con un ventilador al lado y tomar café con hielo cada dos por tres. Es la peor época del año para visitar Corea pero quería estar durante las vacaciones escolares, así que ya iba mentalizado sobre esto.

Cristal mojado por la lluvia en apartamento surcoreano

En cuanto al trabajo en sí, creo que la experiencia fue satisfactoria. Tenía tres problemas potenciales en la cabeza y ninguno se materializó. El primero era el horario debido a la diferencia de siete horas entre España y Corea, pero trabajando de 13:00 a 21:30 en Corea (6:00 a 14:30 en España) pude coincidir tiempo suficiente con el equipo. El segundo eran las llamadas telefónicas porque para evitar roaming deshabilité la SIM del trabajo (oh, el placer de hacer esto), pero lo cierto es que desde que me ocupo de asuntos generales y no de clientes o proyectos concretos, el número de llamadas telefónicas ha bajado de 20-30 al día a prácticamente cero; desvío al teléfono general de llamadas externas y uso de Teams para comunicaciones internas y asunto arreglado. El tercero era la distancia, ya que soy un firme defensor de que el trabajo presencial es más efectivo que el remoto; sin embargo apenas se notó por varios motivos, como que el verano es algo más pausado, que al final solo fueron dos meses y que ya estamos muy acostumbrados a que siempre haya gente en teletrabajo y tenemos herramientas y sistemas para que todo fluya lo mejor posible.

En resumen, que laboralmente muy bien y espero que no haya obstáculos para repetirlo. Teletrabajar todo el tiempo no me parece una buena opción, como ya decía hace años, pero para períodos temporales de dos o tres meses no veo problemas.

Templo budista coreano con árbol florido

Algo inesperado de la visita es que leí muchos libros. Hacía años que no tenía un ritmo de lectura así. Empecé con la colección de Harry Potter, que le compré a Sonia para que practique español y aproveché para leer los cuatro primeros (el quinto me lo traje para leer en España). También fuimos bastante a bibliotecas públicas y tomé prestados varios libros. Primero leí Shoe Dog de Phil Knight, la historia autobiográfica de los primeros años de Nike, desde que Blue Ribbon importó las primeras zapatillas japonesas hasta la salida a bolsa; un libro ameno e instructivo sobre negocios al límite y la importancia de rodearse de personas inteligentes, trabajadoras y hambrientas. Después Please look after mom, una novela de gran éxito de la surcoreana Shin Kyung-sook que deseaba leer desde hacía años y que me encantó; se disfruta más sabiendo algo de la cultura coreana, pero no es imprescindible para disfrutar de esta emocionante oda a la maternidad. Por último leí Measure what matters de John Doerr, una apología de los OKR (objetivos y forma de medirlos) y la metodología CFR para evaluación continua de equipos, un libro que se lee fácil e incluye muchas historias en primera persona sobre Google y otras startups. Ahora a intentar mantener el ritmo de lectura también en España.

Termino con un vídeo resumen donde recopilo los shorts que fui publicando durante el viaje.


Espero regresar a Corea próximamente, quizá ya en diciembre, para pasar otros dos o tres meses teletrabajando y disfrutando de mi segundo país.
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