Una semana por el sur de España
En Corea las vacaciones escolares por cambio de curso son en enero y febrero.
Aprovechando esto, se vino la familia a recordar cómo era la vida prepandemia
y, de paso, dedicar una semana a viajar por el sur de España. El objetivo era
visitar varios puntos destacados, con una ciudad por día, y hacer los
desplazamientos en coche pero evitando ningún viaje de más de cuatro horas.
Plaza Mayor de Salamanca. |
Empezamos con una parada técnica en Salamanca para respetar la regla de las
cuatro horas. Aquí hicimos noche tras un agradable paseo por el centro
histórico, unos minutos buscando la rana en la calavera y una copiosa cena que
incluyó un cuarto de cochinillo.
De camino al sur hicimos un alto en Mérida para estirar las piernas y visitar
el Teatro Romano, que merece mucho la pena pese a su mal estado y una entrada
en mi opinión cara. Llegamos a Sevilla casi de noche y con amenaza de lluvia,
pero aún nos dio tiempo de dar un paseo por los alrededores del hotel.
Sevilla fue la única ciudad en la que pasamos dos noches, con un día en medio
dedicado al turisteo sin desplazamiento en coche. Pateamos la Plaza de España,
el Parque de María Luisa, la Torre del Oro, el Alcázar, la Catedral y su
Giralda, la Plaza de las Setas, la Iglesia Colegial del Divino Salvador, y
poco más porque la amenaza de lluvia se hizo realidad por la tarde y hubo que
cobijarse. Me gustó especialmente el Alcázar, mucho más grande y más bonito de
lo que esperaba. También la tumba de Cristóbal Colón en la catedral, un
monumento más imponente de lo que pensaba.
Al día siguiente visitamos la Cueva de Nerja y la propia Nerja, donde vi al
Barco de Chanquete y conté a mis niñas cómo Verano Azul fue una serie que
marcó a una generación. Terminamos en Frigiliana (Frigilandia) subiendo,
bajando y comiendo una pizza entre señoras que celebraban la vida a carcajada
batiente.
En Málaga visitamos el Museo de Picasso y su Casa Museo. Y de ahí a Granada,
donde hicimos noche en una estupenda habitación doble delande de la Alhambra.
Visité la Alhambra de Granada hace más de veinte años en una excursión
escolar, pero no recordaba mucho excepto un incidente con "huevos explosivos".
En esta visita sí pude disfrutar de uno de los monumentos que mejor definen a
España. Además, en la ciudad desvirtualicé a un compañero Oldering más bueno
que un cacho de pan.
Amanecimos en Aranjuez con tiempo para comer los mejores croissants de mi vida
y visitar el Palacio Real, tras lo cual rompimos la regla de las cuatro horas
con un retorno a casa del tirón, solo interrumpido con el clásico
avituallamiento en Quintanilla de Urz, comedero de referencia por estar a
medio camino entre Galicia y Madrid.
Como bonus del viaje, una multa de tráfico, catas diarias de desayunos buffet
y subida de nivel en mi plataforma de referencia para reserva de hoteles.
Y tras el viaje, unas semanas de vida en familia en las que incluso pudimos ir
a la playa varios días. Qué bien se vive en buena compañía.
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