Parábola del campesino, su hijo y el caballo
Un campesino chino vivía con hijo. Un día se escapó el caballo con el que araban la tierra. Los vecinos le consolaban por su mala suerte, y el campesino respondía: "Mala suerte, buena suerte, ya veremos".Unos días más tarde, el caballo regresó y trajo con él un caballo salvaje de la montaña. Los vecinos le felicitaban por su buena suerte, y el campesino decía: "Buena suerte, mala suerte, ya veremos".Su hijo fue a domar el caballo salvaje, pero este reaccionó con violencia y el hijo se rompió una pierna. Los vecinos se lamentaban con el campesino por la lesión del hijo, que no podría ayudar al padre en una buena temporada. "Mala suerte, buena suerte, ya veremos", respondía el campesino.Poco después, pasaron los enviados del emperador reclutando jóvenes para la guerra. Como el hijo del campesino no podía caminar, lo excusaron y se libró de una muerte probable. Los vecino congratulaban al campesino por su buena fortuna, y este respondía: "Buena suerte, mala suerte, ya veremos".
Probablemente ya hayas visto esta parábola taoísta en alguna red social. La
rescato en mi blog porque me parece interesante la actitud del hombre ante los
golpes de buena y mala suerte. En vez de alegrarse por su fortuna y lamentar
sus infortunios, su actitud es simplemente aceptar lo que sucede. Además,
tiene claro que la suerte puede cambiar de repente y sin motivo.
Esto encaja bastante bien con la filosofía estoica que tan de moda se ha
puesto de un tiempo a esta parte, y que voy a resumir en cinco preceptos:
- Busca la felicidad, rehúye hábitos y personas tóxicos.
- Vive en plenitud, cultivando cuerpo y mente.
- Mantén la armonía con quienes te rodean, haz el bien siempre que sea posible.
- Centra tus esfuerzos en aquello que puedes controlar.
- Acepta lo que suceda en aquellos ámbitos que están fuera de tu control.
Me gusta el estoicismo como filosofía de vida. Cada vez más.
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