Parálisis por análisis
A la hora de tomar una decisión hay que analizar las ventajas y desventajas de
cada una de las opciones disponibles. Cuanto más importante sea la decisión,
es decir cuanto mayores puedan ser las consecuencias de una elección errónea,
más tiempo habrá que dedicar a ponderar las posibilidades. Sin embargo,
reflexionar demasiado sobre las opciones, normalmente en escenarios de
información incompleta, puede causar la imposibilidad de elegir una de las
opciones disponibles. Esto es lo que se llama parálisis por análisis (analysis paralysis
en inglés).
En decisiones triviales no es necesario reflexionar sobre las posibles
consecuencias. Podemos hacer una elección en segundos y sin esfuerzo, muchas
veces de forma intuitiva usando lo que Daniel Kahneman llama el "Sistema 1".
Entre poner unos calcetines negros o unos calcetines grises, agarramos de
forma inconsciente los que estén más a mano.
Lo mismo sucede en
elecciones donde todos los resultados son favorables. En igualdad de
escenarios pueden darse diferentes elecciones porque cualquier opción juega a
nuestro favor. En el supermercado, salvo que haya una gran diferencia en
el precio o estado del producto, metemos al carro peras o manzanas según lo
que apetezca más en el día, ya que ambas frutas son ricas y saludables.
La decisión se vuelve más complicada cuando se da uno de estos factores:
información incompleta o consecuencias graves.
La información incompleta hace que las consecuencias sean difíciles de
calibrar. Al elegir entre dos empleos hay algunos datos conocidos, como el
salario y lugar de trabajo, pero normalmente desconocemos cosas tan
importantes como el ambiente laboral, el detalle de las tareas a realizar o el
futuro de la empresa. Lo mejor que se puede hacer es apoyarse en los datos
conocidos y tomar una decisión con la confianza de que lo desconocido no
afectará demasiado. Esto es relativamente sencillo en decisiones con vuelta
atrás, en las que si la opción elegida no sale como estimábamos no sea
demasiado complicado hacer un cambio.
La gravedad de las consecuencias, sin embargo, es más complicada de
gestionar. Cuando una elección equivocada pueda acarrear daños irreparables,
ya sean físicos, sociales o económicos, no queda más remedio que dedicar a la
decisión el esfuerzo que esta merece. En el mejor de los casos, la información
es completa y será sencillo identificar la mejor opción de forma objetiva. Por
ejemplo, ante una enfermedad grave, casi siempre la mejor opción es someterse
a tratamiento, pese a los posibles efectos secundarios.
Llegamos por último a las
decisiones con información incompleta y consecuencias potencialmente
catastróficas. Cuando sumamos a la ecuación sistemas complejos, en los que las partes
interactúan entre sí de formas no siempre predecibles, tenemos el cóctel
perfecto. ¿Cómo tomar una decisión con efectos potencialmente irreparables,
cuando es imposible saber el desenlace exacto de cada opción? Aquí es cuando
llegamos a la parálisis por análisis, que puede llegar a bloquear al individuo
y terminar causando un daño mayor que cualquiera de las opciones posibles. A
veces, a falta de una opción perfecta, cualquier decisión es mejor que la
ausencia de decisión.
Sin embargo, ante condiciones perfectas de escasez de información y
potenciales consecuencias catastróficas, la decisión es más sencilla que nunca
porque se puede argumentar ausencia de responsabilidad. Con una bomba a punto
de explotar, debiendo cortar el cable rojo o el azul, se puede cortar
cualquiera de ellos sin temor porque incluso cortando el equivocado no habrá
remordimientos.
Otro caso de parálisis por análisis se da cuando existe una gran cantidad de
información, ya sea completa o no. En estos casos se puede caer en un
bucle infinito de estudio, provocando un eterno aplazamiento de la
decisión. Por ejemplo, ante la decisión de dónde invertir nuestros primeros
ahorros podemos analizar durante meses las bondades de la renta fija frente a
la renta variable, pasando por inmuebles, fondos de inversión o
la montaña rusa de las criptomonedas. Nuevamente, la peor elección es la ausencia de decisión. Una frase que
resume bien esta situación es "lo perfecto es enemigo de lo bueno".
En el lado opuesto a la parálisis por análisis tenemos esa costumbre de
Silicon Valley de "fake it till you make it", consistente en mover primero e
ir decidiendo después, cuando ya se conocen los resultados de las primeras
elecciones. Esta actitud puede resultar útil en entornos que cambian muy
rápido, como las nuevas tecnologías, donde la velocidad de acción es más
importante que la perfección de las acciones tomadas. Si además resulta
sencillo adaptar los pasos dados a las nuevas condiciones ambientales, de
forma que ningún error es definitivo, sin duda lo más recomendable es mover
primero y pensar después.
Dejo aquí estas ideas, ya que personalmente estoy otra vez ante una decisión
compleja. Tras dos años de paréntesis obligado
por el Covid, el último año quizá se podría calificar de parálisis por análisis. La
solución pasa por tomar una decisión pronto, sabiendo que quizá no sea la
mejor, pero asumiendo también que enderezar errores puede resultar imposible.
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