El reencuentro
Después de más de dos años de separación a causa del
coronavirus, tras 25 meses a diez mil kilómetros de mi esposa e hijas, por fin pude
volver a verlas.
Estoy en Corea y pasaré aquí cinco semanas de vacaciones curativas para tratar
de recuperar algo del mucho tiempo familiar perdido. Estos dos últimos años
han sido una especie de travesía por el desierto, con mucho trabajo, bastante
soledad y
algún momento de
bajón.
Mi objetivo ahora es desconectar totalmente de trabajo, vicios, mercados e
internet (tanto es así que este post lo estoy escribiendo desde el futuro).
Dos años son tiempo suficiente para que las personas cambien. Yo y
Miyoung hemos ganado dos años, aunque seguimos estupendos, guiño, guiño.
Sonia ya no es la niña que salió de España, sino que ahora es una preadolescente
que en Corea tiene mucha más libertad de acción de la que tendría en Galicia.
Y Elsa ha crecido pero sigue tan alegre y cariñosa como siempre. Mis tres
amores, otra vez cerca, aunque sea por tiempo limitado.
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Para no extender mucho este post, me limitaré a indicar algunas cosas que me
llamaron la atención:
- Empecé el viaje tras una jornada laboral completa y una noche casi entera en el aeropuerto. En total 50 horas sin pillar cama, y sin dormir más que un par de cabezadas en el vuelo largo. Al llegar caí rendido y estuve 11 horas en coma funcional. Cuando desperté ya no tenía jet lag. Magia.
- En Corea se siguen usando mascarillas por la calle. Aunque ya no es obligatorio, la gran mayoría de personas siguen con la mascarilla puesta aunque no haya nadie a menos de cinco metros.
- Veo más jóvenes con tatuajes de lo que recordaba antes.
- Los precios han subido bastante. La inflación está mermando el poder adquisitivo y la calidad de vida en todos los países del mundo. Un ejemplo, los refrescos en restaurantes han pasado del precio típico de 1.000 wones al nuevo estándar de 2.000 wones.
- La comida me sigue gustando tanto como siempre. Tremendo tour gastronómico que estoy viviendo estos días.
- Hay edificios en construcción por todas partes. En serio, nunca había visto tantas grúas. En Seúl, en Daegu y por todas partes. Bienvenida sea esta ola constructora si sirve para bajar los precios de la vivienda.
- Elsa ha olvidado el español. De la misma forma que al mudarnos a España se olvidó del coreano, ahora al aprender coreano ha perdido el español. Los primeros días incluso le era más fácil hablarme en inglés que en español.
- Uno de los motivos de regresar a España fue escapar de un sistema educativo demasiado exigente. Lo que no sabíamos es que en España la educación había bajado tantísimo el nivel. Y lo que no esperábamos es que ahora Sonia esté tan contenta en la escuela y academias de Corea, y pidiendo cuanto más aprendizaje mejor.
- Hace bastantes años, YouTube mató a los blogs. Ahora, los vídeos cortos están matando a YouTube. Es asombroso la cantidad de gente enganchada a ver minivídeos en TikTok o el propio YouTube. No lo entiendo. No comprendo dónde está el gusto en perder el tiempo de esa forma, porque esos minivídeos no aportan absolutamente nada. En YouTube, si se aparta la basura se pueden encontrar vídeos muy buenos con los que aprender mucho. Entre los vídeos cortos, por mucho que apartes la basura, no aparece más que otros tipos de basura. Será que me estoy haciendo mayor.
Dejo unas pocas fotos del viaje. Para ver más puedes
visitar mi Instagram.
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En cuanto al futuro, no sé qué decir. Está claro que no podemos seguir a diez
mil kilómetros, pero ellas están muy bien en Corea. Yo, aunque pueda estar
igual de bien en cualquier sitio, tengo sobre mí la responsabilidad de
mantener unos ingresos y eso me es más fácil en España que en Asia. El
siguiente punto de control es febrero, cuando termina el curso escolar coreano
y habrá qué decidir si regresan a España para enganchar a mitad de curso o
empiezan el siguiente en Corea. En este último caso, si Sonia empieza
Secundaria en Corea, ya vería muy difícil su regreso.
Veremos a ver.
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Una decisión complicada os espera, sí. Pero bueno, lo importante ahora mismo es que habéis disfrutao esas semanicas juntos. Ánimo y un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de ese reencuentro, un abrazo grande
ResponderEliminarEs muy interesante tu experiencia como padre con hijos que han "sufrido" los dos sistemas. En España, cada vez que se habla de Corea hay una turra sobre la "hipercompetitividad" que no es normal. La gente se cree que los chavales en Corea odian su vida y se tiran por las ventanas por la presión. Y es verdad que el bachillerato es durísimo y que me parece un poco excesivo. Pero España lo utiliza de modo autoindulgente, como para consolarnos de que somos malísimos en competencias básicas, vamos cada vez a peor, pero los chavales no se tiran desde la azotea.
ResponderEliminarCorea en suicidios de menores está muy en la media de la OCDE (el problema son los mayores) . Pero es matemático, cada vez que en la tele española sacan la típicia imagen del barrio de las academias de Daechi sé que me van a dar la monserga con las terribles consecuencias de la hipercompetitividad.
He conocido a una familia coreana con hijos que pasaron por el sistema educativo español. Cuando regresaron a Corea lo pasaron bastante mal con las matemáticas. Sin embargo, esos chavales se lo pasan bien estudiando y compartiendo su día a día con otros compañeros. No le arruinas la infancia a un niño por hacerle estudiar.
Pero bueno, somos potencia mundial en chochocharlas y turra resiliente.
Llevas toda la razón. Hoy por hoy, veo con mejores ojos esa competitividad coreana que el eterno jardín de infancia que es España. Si yo volviera a tener 10 años, también preferiría un sistema que da la oportunidad de brillar y no un sistema que iguala a todos por abajo. Y si se hay que llevar un golpe de realidad, mejor llevarlo pronto y no a las 30.
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