domingo, 20 de marzo de 2022
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A largo plazo todos estaremos muertos (por la inflación)

A largo plazo todos estaremos muertos

En su libro de 1923 Breve tratado sobre la reforma monetaria (A Tract on Monetary Reform), el economista John Maynard Keynes escribió la célebre frase "A largo plazo, todos estaremos muertos" (In the long run we are all dead). Con esta frase, Keynes trataba de descalificar la teoría económica clásica según la cual los mercados tienden al equilibrio, solucionándose así en el largo plazo cualquier desequilibrio o problema transitorio.

Para Keynes, esperar a que las dinámicas del libre mercado solucionen los problemas significaba abandonar a su suerte a las víctimas de esos desequilibrios transitorios. Frente a esa solución sencilla a largo plazo, aunque dolorosa en el momento presente, Keynes proponía fomentar la intervención estatal para corregir los desequilibrios, aun a riesgo de causar problemas mayores en el futuro. Dicho de otra forma, tapar la herida sin dejarla sanar, aunque eso signifique un mayor dolor más tarde.

Esto se puede explicar con un ejemplo. Piensa en una industria decadente como por ejemplo la minería de carbón. Si el carbón es sustituido por otras fuentes de energía más limpias y baratas, como el petróleo o los molinos eólicos, su demanda cae y las minas empiezan a cerrar. La economía clásica aboga por esperar a que el mercado sustituya esas minas por otra industria, por ejemplo refinerías. Sin embargo, esas refinerías probablemente no se construirán en el lugar donde estaban las minas. Por tanto, los mineros emigran o sufren. La solución de Keynes es subvencionar esa minas de forma que sigan abiertas, dando una patada hacia adelante al problema, ralentizando la transición energética y creando un déficit que pasa a ser estructural.

Keynes abogaba por un estado cada vez más grande e intervencionista, una idea que siempre cala bien entre la clase política, ya que una de las grandes debilidades del hombre es el deseo eterno de aumentar su poder. Es difícil resistirse a tener un poder creciente y una fórmula mágica que va tapando los problemas, sobre todo cuando el horizonte no va más allá de los cuatro años entre unas elecciones y las siguientes.

Una consecuencia más concreta de las ideas de Keynes fue el final del patrón oro, y el paso al dinero fiduciario, cuando en 1971 Richard Nixon abolió los acuerdos de Bretton Woods. Con el patrón oro, el dinero en circulación de un país estaba ligado a las reservas de oro de ese país, como una forma de relacionar la masa monetaria a la riqueza de la nación. Desde 1971, los estados tienen libertad para imprimir las unidades monetarias que consideren oportunas para financiar lo que deseen sus mandatarios, ya sean programas sociales, guerras o despilfarros.

Balance de los bancos centrales
El balance de los bancos centrales de Europa (ECB),
Estados Unidos, (Fed), Japón (BoJ) y Reino Unido (BoE)
se ha multiplicado por seis desde 2007.
Lo que pasa es que las matemáticas son tercas, y la masa monetaria de un país sigue estando relacionada con la riqueza de esa nación. Si la riqueza del país, medida por ejemplo por el PIB, crece al mismo ritmo que aumenta el número de dólares o euros en circulación, no hay problema. Sin embargo, si la economía real del país crece más lentamente que las unidades monetarias en circulación, al final el valor de la moneda cae.

Si la riqueza no aumenta, pero sí crece el número de unidades monetarias en circulación, entonces el valor de estas unidades decrece de forma proporcional. En otras palabras, si el país no crece pero cada vez se imprimen más euros, cada uno de esos euros a la fuerza pasa a valer menos.

Veámoslo con un ejemplo simplista. Piensa en un país que solo produce barras de pan. Hay un millón de euros en circulación y cada día se producen un millón de barras de pan. Cada barra de pan se vende por un euro. Entonces, el estado imprime un millón de euros adicional para financiar una rotonda muy bonita pero que no aumenta la producción de barras de pan. Automáticamente, cada barra de pan pasa a costar dos euros. Si ese millón de euros se gastase en construir una fábrica de pan que doblase la producción hasta un total de dos millones de barras al día, el precio de cada una se mantendría constante en un euro. Si esa nueva fábrica produjese dos millones de barras, subiendo la producción nacional a tres millones de barras diarias, el precio de cada una bajaría a 67 céntimos. Esta es la diferencia entre gasto inútil e inversiones que hacen progresar a un país.

En los últimos años estamos viviendo una época de gran expansión monetaria. Cualquier bache del camino, ya sea una crisis económica o una pandemia viral, se soluciona echándole dinero encima. Pero no se hace con visión de largo plazo, sino de forma cortoplacista para tapar el problema sin pensar en las consecuencias futuras.

Los estímulos aplicados durante las dificultades no se retiran, ni mucho menos se revierten, en épocas más benignas. Así, el déficit se hace crónico y las deudas no hacen más que aumentar, desembocando en tipos de interés anormalmente bajos porque de otra forma los estados entrarían en bancarrota. Es un círculo vicioso de inyecciones de morfina, aumentando el dolor que inevitablemente llegará en algún momento.

Cuando veas noticias sobre la inflación galopante que tanto incrementa los precios de todo en general, no pienses en la guerra de Rusia con Ucrania, las malvadas empresas eléctricas o las disrupciones causadas por el Covid en las cadenas logísticas mundiales. En vez de eso, piensa en los trillones de euros y dólares que fueron creados de la nada en la última década sin que fueran dedicados a aumentar la riqueza de los países. La pérdida de valor de esos euros y dólares es lo que causa el aumento de precios. Se puede esquivar el problema durante un tiempo, pero al final las matemáticas son tozudas. Y las matemáticas dicen que todavía queda mucho por corregir.

En otras palabras, a menos que haya un golpe de timón, nos pueden quedar varios años de alta inflación.

Todo esto es una explicación muy de andar por casa. Yo no soy economista y seguro que he simplificado demasiado las cosas. Sin embargo, me gusta darle una vuelta a las cosas y a veces me animo a dejarlo por escrito en este blog. Si encuentras errores en esta argumentación, te animo a escribir tu opinión en un comentario.
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2 comentarios EN BLOGGER
  1. Lo has explicado de una forma magnífica. Totalmente de acuerdo con tu análisis. Gracias por todas estas reflexiones, descubrí el blog por casualidad, y me alegra ver que siguen las publicaciones. Un saludo

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    1. Gracias, me alegra ver que este tipo de posts también pueden resultar de interés.

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