domingo, 20 de febrero de 2022
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Los pilares de las finanzas personales

Amanecer financiero

Vivimos una época de abundancia de gurús vendehumos financieros, que prometen métodos infalibles para lograr grandes riquezas rápidamente sin riesgo ni esfuerzo. Lo que antes se llamaba prometer el oro y el moro. Con el ánimo de aportar un poco de cordura, y afianzar mis propias ideas, en este post voy a citar los que para mí son los cuatro pilares básicos de las finanzas personales.

1. INGRESOS


Un ingreso es una entrada de dinero, sea cual sea la fuente que lo genera. Aquí entran un salario por un empleo a cuenta ajena, los cobros por un empleo por cuenta propia, la venta de algún objeto de segunda mano, un dividendo que llega de una empresa que tenemos en cartera, el hallazgo de una moneda en la calle... Cualquier dinero nuevo es un ingreso.

Recalco lo de dinero. Unos tomates recogido en el huerto no son un ingreso, a menos que se vendan. Un libro que te regalan por tu cumpleaños no es un ingreso. Si tu hermano pequeño te lava el coche, eso tampoco es un ingreso.

El primer paso para mejorar económicamente es aumentar los ingresos. Hay muchas formas de hacer esto, pero no son muy populares porque todas implican algún tipo de esfuerzo. Puedes tratar de ganar más dinero en tu empleo, haciendo horas extra o pidiendo asumir más responsabilidades a cambio de una mejora salarial. Puedes cambiar de empleo a uno mejor remunerado, sin ningún remordimiento por dejar tu empresa actual si hay otra que te valora mejor. Puedes conseguir un trabajo a tiempo parcial, como dar clases particulares por la tarde o hacer de camarero los fines de semana. Puedes formarte en alguna tecnología para dar un giro a tu carrera profesional.

Otra forma es conseguir ingresos recurrentes "pasivos". Compra un piso o plaza de garaje para poner en alquiler. Adquiere acciones que den dividendo. Escribe un libro y ponlo a la venta en Amazon. Monta una página web con publicidad. Trabajar una vez y cobrar muchas veces es una sensación fantástica.

Vivimos en un sistema que parece diseñado para ahogar las fuentes de ingresos adicionales, subiendo impuestos si hay dos pagadores y dejando en el limbo a quien quiera regularizar un pequeño ingreso recurrente por cuenta propia. Lo importante es no desanimarse y explorar opciones. Siempre hay una forma viable de aumentar los ingresos, aunque probablemente será a base de reducir el tiempo de ocio y descanso.

La palabra clave para mejorar los ingresos es esfuerzo.

2. GASTOS


Un gasto es una salida de dinero. Podríamos hacer una distinción entre gastos para consumo de bienes y servicios, que una vez usados y disfrutados no nos dejan más que el recuerdo, y gastos para inversión, que nos pueden dar rendimientos durante un cierto período de tiempo. Sin embargo, como es muy difusa la diferencia entre el coche para salir el fin de semana y el coche sin el cual no podríamos mantener un empleo, vamos a meter todo en el mismo saco genérico de gastos.

Si los ingresos hay que aumentarlos, el objetivo con los gastos es reducirlos. Siempre sin pasarse, porque la austeridad está muy bien pero el lonchafinismo no tanto.

Lo más fácil de atacar son los gastos recurrentes. Con una plataforma de streaming es más que suficiente, no hay que estar suscrito a Disney+, Netflix y HBO al mismo tiempo. En vez de pagar la cuota de un gimnasio que apenas visitas, quizá puedas ir a correr al parque, al menos en verano. Si buscas un rato en internet, seguro que encuentras un plan de telefonía móvil que se adapta a tus usos y es más barato que el actual.

El siguiente paso son aquellos gastos de estatus que se hacen solo por aparentar. Si conduces un Volkswagen de 12 años que ya se ve viejo, antes de cambiarlo por un BMW, plantéate si puede aguantar otros 3 añitos o si podrías optar por otra marca más mundana como Seat o Citröen. En vez de pasar el verano en el Caribe, quizá puedas pasar un par de semanas en la costa portuguesa. No necesitas cambiar de móvil cada vez que sale un nuevo iPhone. En vez de comprar una chaqueta nueva de buena marca cada invierno, quizá puedas usar la misma del año pasado.

El problema de los gastos es que se expanden hasta ocupar todos los ingresos. La solución a esto es entender, pero no recitarlo de memoria sino comprenderlo realmente, que gastar y consumir no nos hace más felices. A veces, privarse de algunos placeres y comodidades nos hace apreciar más los otros.

Hay un truco para disminuir los gastos incluso cuando parece imposible hacerlo. Pregúntate: ¿Si me redujesen el sueldo un 10 por ciento, de qué me privaría? A continuación, hazlo aunque no te reduzcan el sueldo.

La palabra clave para mejorar los gastos es sacrificio.

3. AHORRO


El ahorro es la diferencia entre ingresos y gastos. Es fundamental mantener los gastos por debajo de los ingresos, pues gastar más de lo que se ingreso solo aumenta la deuda y ese es un camino infalible hacia la quiebra.

Tal como en los ingresos y los gastos solo considerábamos el frío dinero, aquí entran en juego otras formas de ahorro. Si tienes unas gallinas que te dan huevos, eso se traduce en ahorro. Si vas a trabajar andando o en bicicleta, eso también es ahorro. Llevarte a la oficina el café preparado de casa también es ahorro. Dar clases de español a un extranjero a cambio de que este te enseñe inglés, otra forma de ahorro. Cualquier acto que disminuya los gastos se puede considerar un ahorro. Robar no es ahorrar, porque la multa potencial será mayor que el supuesto ahorro conseguido.

Es imposible indicar una cifra objetivo universal para el ahorro, ya que depende de innumerables factores, desde el volumen de ingresos a la situación familiar. Lo que sí se puede marcar es un mínimo, y en mi opinión ese mínimo es el 10 por ciento del que también se habla en el libro El hombre más rico de Babilonia. Cualquier persona, en cualquier situación, debería poder ahorrar un 10 por ciento de sus ingresos. Si al final del mes te queda menos de ese 10 por ciento, deberías actuar sobre los ingresos o sobre los gastos.

Recuerda que los gastos tienden a expandirse hasta ocupar todos los ingresos. Hay que hacer todo lo posible por evitar esto, y vivir siempre por debajo de las posibilidades. Hacer esto no te hace miserable. Al contrario, es un paso imprescindible hacia el auténtico bienestar.

La palabra clave en el proceso de ahorrar es austeridad.

4. INVERSIÓN


El siguiente paso tras es el ahorro es poner a trabajar ese dinero. Dejar el dinero en el banco es una forma muy segura de perderlo poco a poco. El motivo es la inflación, ese monstruo silencioso que se come lentamente los ahorros.

Imagínate que tienes 1.000 euros en el banco y el año termina con una inflación del 5 por ciento. Al final del año sigues teniendo los mismos 1.000 euros, pero valen un 5 por ciento menos porque el coste de todos los bienes y servicios ha subido un 5 por ciento. Es el equivalente a que te quiten 50 euros durante el año, dejándote solo 950 euros a 31 de diciembre. Si se hiciera de esta forma arderían las calles, por eso se fomenta esa inflación que nos daña silenciosamente.

Lo primero es conseguir un colchón de seguridad que pueda cubrir tus gastos de, digamos, entre 3 y 12 meses. El número de meses dependerá de lo que necesites para dormir tranquilo por las noches. Hay quien no tiene en el banco ni los gastos de un mes, y hay quien necesita la seguridad de dos años de salario. Sea cuál sea tu cifra de seguridad, todo lo que pase de ahí debería ir a inversión.

La pregunta del millón es dónde invertir ese dinero que tanto esfuerzo cuesta ganar y ahorrar. En vez de ofrecer fórmulas mágicas, fijemos dos objetivos para esa inversión. El primer objetivo está claro: No perder dinero. El segundo objetivo es conseguir un rendimiento que al menos compense la inflación. Dicho así parece sencillo, y realmente en la práctica no es tan complejo como puede parecer a simple vista.

A la hora de elegir el vehículo de inversión hay muchos factores a considerar, entre ellos la volatilidad (los altibajos en la cotización), el riesgo (la probabilidad de perder dinero), la liquidez (la rapidez de venta) y el horizonte de inversión (cuán lejos está el momento de retirar el dinero). Hay quien se siente seguro invirtiendo en vivienda y hay valientes que no pueden vivir sin la adrenalina de la inversión en criptomonedas. A unos les gusta analizar e invertir en empresas individuales, mientras otros prefieren no complicarse la vida y ponen su dinero en un fondo de inversión o un ETF.

Lo importante es comprenderse a uno mismo, trazar un plan y mantenerlo durante el tiempo suficiente. No hay nada peor que ir saltando de inmobiliario a acciones, o de fondo en fondo, siempre persiguiendo las rentabilidades pasadas. Hoy en día a través de internet se puede acceder a toda la información necesaria para profundizar todo lo posible en cualquier tema. Ya no hay excusa para no tomar decisiones bien fundamentadas de qué hacer con el dinero propio.

La palabra clave en la inversión son en realidad dos palabras: largo plazo.

Y esto es todo. No hay más. Si deseas mejorar tus vida financiera, estos son los cuatro puntos sobre los que debes actuar.

Por supuesto, hay mucho más que explicar de cada uno de estos puntos. Se podría escribir un libro entero sobre cada uno. Pero, antes de lanzarse a profundizar en conceptos más complejos, considero importante afianzar lo más básico.

Ingresos, gastos, ahorro e inversión. Si eres capaz de mejorar en estos puntos, los resultados irán llegando.
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