El Juego del Calamar, el bombazo coreano del año
Supongo que llego tarde, pero no quiero que termine el año sin escribir sobre
el fenómeno cultural coreano de 2021. Con un alcance solo comparable al
Gangnam Style
de 2012 (¿en serio ya han pasado 9 años?), la teleserie
El Juego del Calamar (오징어 게임 en coreano,
Squid Game en inglés) barrió todo el mundo conocido hasta convertirse
en la serie más vista del año en Netflix y en tema de conversación universal.
Mi primera noticia sobre esta serie fue cuando un compañero de trabajo me dijo
"¿Qué cojones les pasa a los coreanos?" después de ver todos los capítulos se
forma consecutiva en dos días de fiebre televisiva facilitada por una fiebre
física. Al no saber nada del tema, solo acerté a decirle que las películas
coreanas pueden ser violentas y rompedoras, pero que las series son ñoñas y
empalagosas como la miel con mantequilla (real story). Ante su insistencia, respondí que me alegraba que por fin hubiera una
serie original fuera del molde de los dramones, y que por supuesto la vería en
cuanto pudiera.
Cuando vi el primer capítulo me pasó lo mismo que al resto de la humanidad,
quedé enganchado sin remedio por la trama y los detalles de una obra tan bien
hecha. Lo primero que me llamó la atención es que no se trata de una serie B de bajo
presupuesto, sino que cuenta con actores muy reconocidos como Lee
Jung-jae, Park Hae-soo, Heo Sung-tae e incluso Anupam Tripathi,
quien participó en mi favorita personal Oda a mi Padre.
El momento de la sorpresa. |
Lo más destacado es que la serie carece de una historia de amor, tiene
abundante violencia y la trama depara varias sorpresas. Es decir, los
ingredientes de las mejores películas del cine coreano. Otro punto que me
impactó fue la música, que genera un ambiente de misterio y violencia que
envuelve al espectador en los momentos importantes. Un diez por la elección de
la banda sonora.
Sin embargo, el tema del que me gustaría hablar es el trasfondo social. La
verdadera protagonista de la serie es la desesperación que lleva a los
jugadores a jugarse la vida, con una ínfima probabilidad de éxito, solo por la
esperanza de un golpe de suerte en forma de lluvia de dinero que solucione sus
problemas de deuda y miseria. Desde el vagabundo que nunca tuvo nada al
profesional de éxito lleno de deudas por sus malas inversiones, pasando por
personas comunes con circunstancias personales como divorcios, fracasos
empresariales, enfermedades o simple mala suerte, todos se sienten perdidos y
no ven ninguna salida más que la muerte o un éxito casi imposible.
De las dificultades económicas de una gran parte de la población de Corea del
Sur hablé mucho en los resúmenes de noticas y en
algún post más particular. Desde mi llegada a Corea en 2010 y salida en 2017, la situación no ha hecho
más que empeorar. El precio de la vivienda está desbocado, ahora sube todo en
general por la alta inflación, y los salarios se van quedando atrás. Es lo
mismo que sucede en España y tantos otros países, claro, pero en Corea hay
algunos detalles propios que lo agravan, como la enorme competitividad, la
costumbre de valorar a las personas según sus posesiones, la pobreza de muchos
ancianos sin recursos, y la desesperanza de una generación joven que se esforzó en los estudios para descubrir que una carrera en una universidad SKY
ya no garantiza un buen empleo.
Mientras en occidente vemos la serie como una distopía macabra, en Corea no
falta quien desearía que fuera real para tener al menos una última oportunidad
de reconducir su vida.
La serie no se libra de tener algún error. Un fallo bastante irrelevante es
como algunos jugadores sin protagonismo cambiaban de número en los diferentes
episodios, o más bien algunos números cambiaban de jugador. También se pueden
encontrar los inevitables fallitos en la traducción a otros idiomas. Un fallo bastante extraño, por lo simple que debería ser evitarlo, se
da cuando, en la revisión de la ficha de un jugador, se puede ver que trabajó como cristalero entre 1897 y 2020. Qué triste ver a un inmortal pereciendo en un juego absurdo en vez de en
combate singular por la gloria del universo.
Normal que con más de un siglo de experiencia pueda reconocer el tipo de cristal simplemente con la vista. |
Algo que no es un error, sino más bien un exceso de realismo, es el número de
teléfono que aparece en la tarjeta que se entrega a los potenciales
participantes. Resulta que el número que aparece es un número real y
operativo, solo hay que añadir delante el 010 por el que empiezan casi todos los números de móvil en Corea. El número corresponde a una mujer que pasó semanas recibiendo
constantes llamadas y mensajes de texto de personas que querían participar en
el juego. La productora respondió recomendando a la mujer que cambiase su
número, cosa que no podía hacer debido a que es el número de contacto de su
negocio. Todo se resolverá con algún tipo de indemnización y con la edición
del número para que deje de aparecer en la serie. Como curiosidad, decir que
un político ofreció un eok (80.000 euros) por el número, con el propósito de
poner un contestador automático con un mensaje de propaganda electoral.
Por último, comentar que el mayor misterio de toda la serie, por encima de quién
y por qué organiza estos juegos macabros, es la batería eterna del policía
infiltrado. Por favor, que los productores de la serie se pongan en contacto
con Iberdrola para proceder a la aplicación a gran escala de tamaño prodigio
de la física. A ver si así conseguimos que baje de una vez el precio del
kilovatio hora.
Para terminar, os dejo con el trailer con subtítulos en español.
¿Qué te pareció la serie? ¿Crees que puede marcar un punto de inflexión y que a partir de ahora lleguen más series coreanas igual de buenas y exitosas?
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