domingo, 16 de mayo de 2021
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Un día en mi vida (Galicia, 2021)

Han pasado apenas dos años desde la anterior entrada de la serie Un día en mi vida™ y, contra todo pronóstico, tengo que escribir una actualización porque un bichito ha puesto todo patas arriba.

Si alguien me hubiera dicho en 2019 que ahora estaría trabajando desde casa (otra vez) y viviendo solo, con mi familia en Corea, no le habría hecho el menor caso. Pues no solo eso, sino que estamos en plena pandemia y las relaciones sociales siguen en general muy restringidas. Lo peor de todo esto es que todavía no se le ve el final a esta situación y todo está envuelto en una bruma de incertidumbre que no termina de despejarse.

Colada al sol
Los sábados son el día para hacer la colada.

En fin, sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas... Vamos a ver cómo son mis días en estos meses.

7:30 Suena el despertador, aunque normalmente me despierto antes por mi cuenta. De la habitación con cama voy al baño, del baño voy a la cocina para desayunar, y de la cocina voy a la habitación con mesa para empezar a trabajar.

8:00 Empiezo a trabajar, sentado delante del portátil, paseando el ratón por ventanas con Outlook, Teams, Excel y Word. De vez en cuando consulto algún PDF o alguna página web. Paso mucho tiempo al teléfono, que aprovecho para levantarme y estirar las piernas yendo a la habitación con cama para mirar por la ventana cómo cae la lluvia o juegan los gatos, dependiendo del día y del momento.

13:00 Hago una pausa para comer en la cocina. He vuelto a la rutina de espaguetis/arroz pero ahora ya ni añado huevos/carne. Un tomate para acompañar y listo. Lo importante es terminar pronto para aprovechar y hablar un ratito con la familia, que a estas horas están en ese paréntesis entre la cena y el dormir.

14:00 Vuelvo al trabajo. Igual que por la mañana, aunque con la mente algo más dispersa.

18:00 La hora de cierre es variable, porque total estoy en casa y qué más da. Al no ir a la oficina me ahorro 10 horas de coche a la semana, que comparto con la empresa regalando algunas horas de trabajo adicional. Lo peor del teletrabajo en soledad es que no hay un gran cambio entre el tiempo laboral y el tiempo de ocio. Tengo mi portátil personal en la misma mesa que el portátil del trabajo, por lo que me entretengo sentado en la misma silla en la que trabajo. Para romper con esto, dos o tres días a la semana salgo a correr o caminar al monte, en rutas de entre 12 y 15 km gracias a las cuales me he vuelto a poner en forma. También me he dado algún golpe, pero nada serio.

23:30 Hora de ir a dormir. Hay días que me cuesta un poco conciliar el sueño, por lo que suelo bajar revoluciones leyendo algo o escuchando algún podcast breve.

Voy por la oficina de media solo dos o tres veces al mes, con el objetivo de minimizar la posibilidad de contagios. El sistema parece funcionar, porque de momento estamos esquivando el virus bastante bien.

Lo mejor de esta situación es el ahorro de tiempo y dinero (dos horas y 120 km cada día), pero se echa en falta algo más de contacto humano. Lo ideal sería una fórmula mixta de 2-3 días en oficina y 2-3 días desde casa. Ojalá sea más fácil conseguir modos laborales de ese estilo en el futuro. Creo que es lo único bueno que podemos sacar del maldito virus.

Como se puede ver, no es el momento más interesante de mi vida. Diría que 2020 fue el año del shock y 2021 es un año de transición hacia la normalidad. Estoy seguro de que 2022 será otra vez un año emocionante.

→ Entradas anteriores de un día en mi vida: Irlanda 2006, Santiago 2008, Seúl 2011, Seúl 2012, Seúl 2017, Galicia 2019.
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