Un día en mi vida (Galicia, 2021)
Han pasado apenas dos años desde la anterior entrada de la serie
Un día en mi vida™ y, contra todo pronóstico, tengo que escribir una
actualización porque
un bichito
ha puesto todo patas arriba.
Si alguien me hubiera dicho en 2019 que ahora estaría trabajando desde casa
(otra vez) y viviendo solo, con
mi familia en Corea, no le habría hecho el menor caso. Pues no solo eso, sino que estamos en
plena pandemia y las relaciones sociales siguen en general muy restringidas.
Lo peor de todo esto es que todavía no se le ve el final a esta situación y
todo está envuelto en una bruma de incertidumbre que no termina de despejarse.
En fin, sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas... Vamos a ver cómo
son mis días en estos meses.
7:30 Suena el despertador, aunque normalmente me despierto antes por mi
cuenta. De la habitación con cama voy al baño, del baño voy a la cocina para
desayunar, y de la cocina voy a la habitación con mesa para empezar a
trabajar.
8:00 Empiezo a trabajar, sentado delante del portátil, paseando el
ratón por ventanas con Outlook, Teams, Excel y Word. De vez en cuando consulto
algún PDF o alguna página web. Paso mucho tiempo al teléfono, que aprovecho
para levantarme y estirar las piernas yendo a la habitación con cama para
mirar por la ventana cómo cae la lluvia o juegan los gatos, dependiendo del
día y del momento.
13:00 Hago una pausa para comer en la cocina. He vuelto a la rutina de
espaguetis/arroz pero ahora ya ni añado huevos/carne. Un tomate para acompañar
y listo. Lo importante es terminar pronto para aprovechar y hablar un ratito
con la familia, que a estas horas están en ese paréntesis entre la cena y el
dormir.
14:00 Vuelvo al trabajo. Igual que por la mañana, aunque con la mente
algo más dispersa.
18:00 La hora de cierre es variable, porque total estoy en casa y qué
más da. Al no ir a la oficina me ahorro 10 horas de coche a la semana, que
comparto con la empresa regalando algunas horas de trabajo adicional. Lo peor
del teletrabajo en soledad es que no hay un gran cambio entre el tiempo
laboral y el tiempo de ocio. Tengo mi portátil personal en la misma mesa que
el portátil del trabajo, por lo que me entretengo sentado en la misma silla en
la que trabajo. Para romper con esto, dos o tres días a la semana salgo a
correr o caminar al monte, en rutas de entre 12 y 15 km gracias a las cuales
me he vuelto a poner en forma. También me he dado algún golpe, pero nada
serio.
23:30 Hora de ir a dormir. Hay días que me cuesta un poco conciliar el
sueño, por lo que suelo bajar revoluciones leyendo algo o escuchando algún
podcast breve.
Voy por la oficina de media solo dos o tres veces al mes, con el objetivo de
minimizar la posibilidad de contagios. El sistema parece funcionar, porque de
momento estamos esquivando el virus bastante bien.
Lo mejor de esta situación es el ahorro de tiempo y dinero (dos horas y 120 km
cada día), pero se echa en falta algo más de contacto humano. Lo ideal sería
una fórmula mixta de 2-3 días en oficina y 2-3 días desde casa. Ojalá sea más
fácil conseguir modos laborales de ese estilo en el futuro. Creo que es lo
único bueno que podemos sacar del maldito virus.
Como se puede ver,
no es el momento más interesante de mi vida. Diría que 2020 fue el año del shock y 2021 es un año de transición hacia la
normalidad. Estoy seguro de que 2022 será otra vez un año emocionante.
→ Entradas anteriores de un día en mi vida:
Irlanda 2006,
Santiago 2008,
Seúl 2011,
Seúl 2012,
Seúl 2017,
Galicia 2019.
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