domingo, 31 de mayo de 2020
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Confinamiento por coronavirus: Semana 11 - Las niñas

Campanillas y abejorro

Todo empezó con una tela de araña que vio Miyoung entre un mueble y la pared. "Qué araña tan buena, que caza montones de mosquitas", me dijo, pero al verlo de cerca descubrimos que los puntitos marrones en la tela no eran mosquitas sino decenas de arañitas minúsculas. La araña estaba rodeada por una multitud de crías recién salidas de su bolsa de huevos.

La primavera en el campo es época de multiplicación animal. Tenemos gatitos y pollitos. Una pareja de chochines (carrizos en gallego) hicieron un nido y sacaron una camada de tres, esto, chochinitos. Los gorriones crían en el tejado como cada año. Las arañas no iban a ser menos y también participan en este frenesí campestre.

La raña y sus arañitas fueron expulsadas al exterior, y Sonia empezó a decir que no le gustaba vivir con arañas y que se iba a ir a dormir con los abuelos. No es la primera vez que lo dice, pero esta vez llegó la noche y, efectivamente, recogió sus cosas y con los abuelos se fue. Elsa, por supuesto, no se quedó atrás.

Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos solos. Intentamos recordar la última vez que esto había sucedido y nos tuvimos que remontar al año 2011, cuando Sonia tenía dos o tres meses. Yo estaba en Seúl estudiando coreano y Miyoung en Daegu con su familia. Un día tuvo que venir a Seúl a hacer unos papeleos y no regresó hasta la mañana siguiente. Desde entonces, más de nueve años sin un día como pareja sin hijos.

De repente la casa se quedó en silencio. El salón parecía enorme. No había nada que hacer. La casa sin las niñas nos pareció vacía.

Tal como echamos la vista hacia atrás, también la echamos hacia delante. Llegará un día, en diez o quince años, en que se marchen por unos días o unos meses. Cuando eran bebés, con ese momento aún muy lejano, era como una meta, como una recompensa al final del camino. Ahora que el momento está un poco más cerca, aunque todavía muy lejano, de repente ya no me apetece que llegue.

En la vida tomamos muchas decisiones sobre estudios, trabajos, parejas, mudanzas... Ninguna de esas decisiones tiene una relevancia ni siquiera cercana a la decisión de tener hijos.

Todas estas situaciones y reflexiones nos trae el coronavirus. De esta pandemia a la fuerza tienen que salir muchos filósofos.

Amiguetes, cuidaos una semana más, que ya nos queda poco. De confinamiento, me refiero.
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