Confinamiento por coronavirus: Semana 5 - Los niños, ¿pero es que nadie va a pensar en los niños?
Como en la famosa escena de los Simpsons, ante cualquier problema siempre hay quien pone por delante de todo a los niños y se pregunta cómo el resto osa poner la prioridad en otros puntos y no en los infantes. Este confinamiento por coronavirus no es una excepción. Casi desde el día uno hay dos reclamaciones sobre el estado de los niños que bombardean medios de comunicación y redes sociales. Nota mental: debo aislarme todavía más de las redes sociales.
La primera queja es por qué no se permite que los niños salgan de casa a hacer paseos cortos en compañía de un adulto. Hay incluso quien exclama que en este confinamiento tienen más derechos los perros que los niños, ya que se puede salir a pasear al chucho pero no al nene. La respuesta es siempre que los niños se pueden contagiar y los perros no, obviando que el adulto que acompaña al perro sí puede traer el virus y pegárselo al niño.
Sin embargo, tampoco me parece tan grave que los niños pasen unas semanas sin salir de casa. Hoy en día, con la apabullante oferta de ocio que tenemos disponible, lo común es que los niños no quieran salir. En contraste, imagínate un niño encerrado un mes hace 30 años, sin internet ni ordenador, en compañía solo de sus libros y dos canales de televisión. Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo.
El otro punto no comentado de todo esto es que los adultos pueden hacer mucho para aliviar el encierro de los niños. Juegos de mesa, lecturas compartidas, conversaciones... Si cada crisis es una oportunidad, este confinamiento es perfecto para acercarnos a nuestros hijos y estrechar lazos.
De todas formas, parece que la solución está al caer, ya que a partir del lunes 27 de abril los menores de 12 años podrán salir a pasear por las cercanías del domicilio en compañía de un adulto. Los únicos perjudicados por esto serán los cánidos, que nunca hicieron tanto ejercicio como estas semanas. Si alguien quiere una idea de negocio yo se la doy: fisioterapia para perros, para que nuestros amigos perrunos se recuperen de los abusivos paseos a los que han sido sometidos durante el confinamiento. Ahí queda la idea.
El segundo punto es una queja, una reclamación y una pregunta múltiple al mismo tiempo: ¿qué pasa con el curso escolar? He visto tantas noticias y anuncias sobre esto que ya no sé cuál es el plan, si es que acaso hay algún plan. Parece claro que las aulas no abrirán en mayo ni junio, y los profesores no parecen muy partidarios de modificar su calendario habitual y recuperar clases en verano. Por otra parte, ante la ausencia de directrices nacionales claras y en medio del caos de sistemas educativos autonómicos, cada profesor hace más o menos lo que quiere.
Nosotros vivimos dos casos casi opuestos, por un lado una profesora que no ha dado señales de vida desde el inicio del confinamiento. Por el otro, una profesora que manda una pequeña lista de tareas cada semana y ahora trata de organizar clases por videoconferencia. En este último caso lo sorprendente es la actitud de los padres, que luchan por evitar que se den contenidos nuevos aduciendo la situación de estrés que sufren los niños, que a mi entender está motivado sobre todo por aburrimiento y desocupación, por lo que tener clase y tareas en todo caso puede aliviarlo. De la pérdida de la cultura del esfuerzo ya hablaremos otro día.
También se habla del problema de aquellos niños que no disponen de ordenador ni móvil con internet, y la injusticia de que queden excluidos de las clases online. Este reclamación sí es lícita, pero no tengo claro que sea justo retrasar a todos por no perjudicar a una minoría. Quizá en vez de obcecarnos con los problemas haya que hacer un esfuerzo para encontrar soluciones. En este caso concreto, por ejemplo, hay opciones de entrega de material en papel, asistencia telefónica y clases de refuerzo en el próximo curso.
Lo que más me gustaría en todo este tema es que se redujera la incertidumbre. Se reanuden o no las clases presenciales u online, haya clase o no en verano, que se tome una decisión lo antes posible para que la gente pueda hacer sus propios planes. En nuestro caso, mi esposa y las niñas aún no saben cuándo irán a Corea este verano, si es que pueden ir. Es una situación bastante concreta, es cierto, pero seguro que hay más casos peculiares por ahí adelante.
Todo esto, por descontado, hay que ponerlo dentro de su contexto. Como indicaba al principio, la prioridad ahora mismo no es la situación de los niños, que en general están bien y no son las víctimas favoritas de este virus. La prioridad ahora mismo es salvar vidas reduciendo el número de contagios para evitar el colapso de la sanidad. Como esto parece que se va consiguiendo, en breve la prioridad pasará a ser la economía y el drama que se nos viene encima en forma de ERTES, ERES, quiebras e impagos.
Por lo demás, tras cinco semanas de encierro todo sigue más o menos igual. Es asombroso cómo nos acostumbramos a cualquier cosa. Es muy verdad eso de que la gran cualidad del hombre como especie es su capacidad de adaptación.
Amigos, cuidaos y tened cuidado durante unas semanas más, que de esta saldremos.
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