Confinamiento por coronavirus: Semana 6 - La luz al final del túnel
Por primera vez desde el inicio del confinamiento, allá por el 15 de marzo, estos días comenzamos a vislumbrar la luz al final del túnel. De aquí en adelante deberíamos ir mejorando poco a poco, aunque a un ritmo más lento de lo que se preveía cuando comenzó todo esto.
La primera noticia positiva se produjo hace ya tiempo cuando, tras dos semanas de parada de todos los servicios no esenciales, en una situación que en la práctica era más un Estado de Excepción que el Estado de Alarma oficial, se permitió que las fábricas volvieran a producir.
La segunda medida de alivio tardó varias semanas en llegar. Fue oficializada apenas ayer cuando, tras varios días de anuncios contradictorios, se decidió que finalmente podrán salir al exterior los niños menores de 14 años (no inclusive) durante una hora diaria, acompañados por un adulto y en un radio de un kilómetro del domicilio. No se podrá ir a parques ni playas, excepto en algún sitio como Gijón, pero podrán salir con bicicleta, patín y similares. El uso de mascarilla no es obligatorio porque la disponibilidad no es suficiente, y se apela a la responsabilidad de los padres para que esta medida no haga aumentar los contagios. Se pide que se respete la distancia de seguridad, que se evite el contacto con otros niños, que no se abuse del permiso, y esas cosas que debieran ser de sentido común.
Este es un gran avance que quizá debía haber llegado antes, al menos en zonas menos pobladas como el rural. Sin embargo, como hacer distinciones es complicado, hay muchas zonas grises y en España somos muy dados a aprovecharnos de las normas en nuestro beneficio, los niños tuvieron que pasar mes y medio encerrado en sus casas a cal y canto. Como decía la semana pasada, hoy en día la oferta de ocio es tan abrumadora que esto no debería ser un problema, pero no cabe duda de que la salud mental de todos mejorará mucho con un pequeño paseo diario.
La tercera medida de reducción de restricciones está al caer, porque ya empiezan a llegar los globos sonda sobre salidas individuales para hacer deporte y otros permisos. Al igual que con los paseos de los niños, durante la próxima semana nos irán tanteando con anuncios diversos, a ver cuáles son las reacciones, antes de anunciar la norma definitiva. Estaría bien que al menos no hagan ningún anuncio ridículo como ese de que los niños podrían salir pero solo acompañando a sus padres al supermercado, que parece una idea de un comité de expertos formado por Freddy Krueger y Chucky, el muñeco diabólico.
De fondo a todo esto están las cifras de contagiados y muertos, que parecen haber dejado atrás el pico y muestran una ligera tendencia a la baja. En algún momento del futuro se analizarán las cifras de fallecidos y quedará claro que el número de muertes causadas por el coronavirus es mucho mayor que el oficial, pero ese análisis todavía queda lejos porque la prioridad ahora mismo sigue siendo mantener la situación bajo control.
Para que podamos emitir un suspiro colectivo de alivio solo faltan tres cosas: que las cifras diarias se reduzcan un poco más, que se hagan tests masivos de verdad, y que el personal sanitario disponga de una vez de medios de protección más dignos que esas bolsas de basura que debieran causar dimisiones entre los responsables pero no causan ni rubor.
De verdad es importante mejorar la preparación y aumentar la disponibilidad de medios, porque la tan anunciada segunda ola llegará, vaya si llegará, y si nos pilla igual de desprovistos que la primera puede ser terrible. La solución milagrosa en forma de medicamento o vacuna puede tardar muchos meses en llegar, si es que se logra algún día, así que más nos vale estar preparados para lo peor.
Termino con un consejo: no bebáis lejía ni os inyectéis desinfectante, por favor. En todo esto del coronavirus tan malos son los consejos de un filósofo como los de un empresario de la construcción. Ojalá la tendencia política cambie y el próximo cisne negro nos pille con personas más preparadas en los puestos de mando.
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