Confinamiento por coronavirus - Semana 3: Incertidumbre y un balido

Hoy se cumplen tres semanas de encierro, una de ellas con parón productivo casi total. Sigo decidido a hacer una actualización semanal de la situación, con el objetivo de releer estos posts dentro de unos años y sonreír al recordar mis pensamientos en estos momentos de tanta incertidumbre.

Incluso en esta situación, la primavera sigue su curso.

Incertidumbre es, en mi opinión, la palabra que mejor describe la situación actual. Por encima del miedo, la frustración, la solidaridad o el egoísmo, este momento se define por la sensación de incertidumbre en todos los frentes. La cifra de muertes en España registró varios máximos consecutivos esta semana pero bajó en los dos últimos días, por lo que no queda claro si hemos llegado ya al pico o lo peor está todavía por llegar. La cifra de contagios parece estar en la meseta, pero como no se están haciendo muchas pruebas este número no se lo cree casi nadie. Ayer el Gobierno anunció la prolongación del Estado de Alarma por otras dos semanas para un total de seis, hasta el 26 de abril por lo menos, pero nadie se atreve aventurar cuándo se levantará este confinamiento. Por no saber, no sabemos ni siquiera si estamos sanos o somos infectados asintomáticos. Y de la economía qué vamos a decir, lo que se aproxima puede ser un bache en el camino directamente o la vuelta a la barbarie, siendo todos los escenarios intermedios igual de posibles.

Sigo trabajando desde casa, y la verdad es que mantengo un alto nivel de ocupación. Después de Semana Santa es probable que esto empiece a cambiar por el parón general y tenga que comenzar a disfrutar usar días de vacaciones. Sonia hace tareas de la escuela todos los días, pero me asombra que a estas alturas no haya ningún plan para retomar las clases por videoconferencia, y ya no sé si es culpa de la desidia de las autoridades, la inflexibilidad de los profesores o las muchas trabas que ponen los padres. Elsa, por su parte, no tiene tareas ni ningún contacto por parte de la escuela, pero curiosamente está aprendiendo más con un ratito de dedicación por nuestra parte que pasando toda la mañana en el colegio, y ha avanzado más en su habilidad lectora en estas tres semanas que en los tres meses anteriores. Miyoung es la más afectada por no poder salir de casa, aunque de momento la posibilidad de un retorno temporal a Corea sigue siendo pequeña.

Y en medio de todo esto, aprovechamos un día de sol, porque al menos el tiempo está siendo fantástico, para grabar un vídeo tontería. No es el meme de los negros con el ataúd que tanto me hace reír, pero a ver si te arranca una risita.

Este es mi granito de arena al entretenimiento colectivo, más necesario que nunca en esta semana en la que nadie podrá disfrutar de la típica escapada de Semana Santa. Y todo mi rencor para quien, en contra de las normas, el respeto por sus conciudadanos y el mismo sentido común, intente ir a pasar un par de días de asueto a la playa o el pueblo.

Voy a terminar con unos deseos. Concretamente tres deseos, como si hubiese frotado una lámpara mágica (lavándome después las manos con jabón, claro está). En estos momentos lo que más quiero ver en relación con esta pandemia son tres cosas:

• Que las cifras de contagiados y muertos se estabilicen y empiecen a bajar.
• Que se levanten gradualmente las medidas restrictivas, poco a poco pero sin pausa.
• Y que haya un suministro suficiente de mascarillas para que la gente las use, imponiendo incluso su obligatoriedad si se ve necesario.

Si se cumpliesen estos tres deseos desde ya, podríamos recuperar algo parecido a la normalidad entre julio y agosto. Si por el contrario todo sigue estancado, no empezaremos a ver la luz al final del túnel hasta el otoño, pero será fugaz porque previsiblemente la bajada de temperaturas traerá la segunda oleada del virus.

Y esto es todo por hoy. Cuidaos vosotros y cuidad de vuestros mayores. Y mucho ánimo.

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