Un día en mi vida (Galicia, 2019)
La vida en el rural costero gallego es, en general, bastante tranquila y sosegada. Mi esposa usa la palabra "aburrida", aunque yo prefiero decir simplemente "monótona". Empiezan a pasar los días y cuando uno se da cuenta ya han pasado un par de años. Como todo siga a este ritmo, cuando me quiera dar cuenta ya tendré la jubilación en el horizonte.
*un escalofrío recorre mi cuerpo*
Bueno, al lío. ¿Cómo son mis días ahora mismo?
6:30 Suena el despertador. Es sorprendente que la misma melodía, que uso desde hace más de una década, me siga despertando. Con los años el sueño se vuelve más ligero, por lo que ahora me despierto con casi cualquier sonido.
7:00 Salgo hacia el trabajo. Por delante tengo 45 minutos de coche escuchando los múltiples podcasts que sigo.
8:00 Empiezo a trabajar. Tengo bastante flexibilidad de horario, pero normalmente trato de empezar a las 8:00.
13:00 Hago una pausa de media hora para comer. Me traigo un tupper o un bocadillo de casa para no salir de la oficina y terminar rápido. Suelo hacer pequeños viajes de trabajo dentro de Galicia, por lo que si estoy por ahí no me queda más remedio que comer en algún restaurante de polígono/carretera. También me ha tocado hacer viajes a Madrid, Lisboa y otros lugares, normalmente en coche. El récord de momento lo tengo en la ida y vuelta a Andalucía parta una visita de un día a una fábrica, comiéndome 9 horas al volante en la ida y otras 9 horas en la vuelta.
17:00 Termino de trabajar. Tengo por delante otros 45 minutos de coche y podcasts. En el regreso, a veces me toca parar en la escuela para recoger a las niñas de sus actividades extraescolares.
18:00 Llego a casa y, de alguna manera, comienza mi verdadero día. Tengo por delante tres o cuatro horas para charlar con la familia, preguntar a las nenas qué tal les fue en la escuela, cenar algo, bañar a la niña pequeña y ducharme yo mismo. En este tiempo suelo dedicar media hora, a veces una hora entera, a hacer alguna cosa con el portátil. Si hace buen tiempo, puedo salir con mi esposa a dar un breve paseo.
22:30 Intento acostarme entre las 22:30 y las 23:00, más que nada porque es la única forma de que las niñas se duerman también. Además, dormir mis 7-8 horas diarias es una costumbre muy sana.
Los viernes son un poco diferentes porque salgo antes del trabajo y puedo comer en casa, gracias a que cada día de lunes a jueves trabajo media hora más. Esto, por supuesto, es flexible, y acostumbro a regalar alguna hora de más a la empresa cada semana. Trabajo siempre hay y no existe eso de "terminar el trabajo", ya lo sé, pero también es cierto que suele haber tareas importantes y urgentes que requieren atención rápida. Por suerte, no me veo obligado a hacer jornadas maratonianas con frecuencia, por lo que no tengo queja.
Los "viernes ingleses" son un gran invento. El hecho de comer en casa el viernes, aunque se hayan trabajado seis horas, hace que el fin de semana parezca de tres días. Un auténtico lujo del que no había disfrutado nunca antes, pero al que me he acostumbrado muy rápido.
Los fines de semana también son bastante aburridos monótonos. El sábado toca ir a hacer la compra, y normalmente comer algo fuera de casa. El domingo es día de comida familiar con mis padres. En alguno de estos días de fin de semana, trato de salir a caminar por el monte, haciendo caminatas de 10-25 kilómetros según me vea de tiempo y fuerzas.
En general estamos bien adaptados a este ritmo de vida. En algún momento deberíamos mudarnos a algún lugar en los alrededores de Vigo para estar más cerca de mi trabajo, pero la vivienda está tan cara y yo tengo tanta fobia a las hipotecas que no acabamos de decidirnos.
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