Tras casi un mes en España, ya de vuelta en Corea
A finales de julio, yo y Sonia subimos a un avión de Korean Air que nos llevó directamente a Barcelona, una escala que aprovechamos para visitar brevemente la ciudad. Hace unos días, ese mismo avión nos devolvió a Seúl para retomar nuestra vida. Entre ambos vuelos, casi un mes lleno de experiencias que resumiré en este post.
Los primeros días fueron muy ajetreados porque debía preparar la primera visita de mis suegros a España. Las tareas incluyeron renovar el carnet de conducir, ultimar el alquiler de una gran furgoneta para movernos todos con seguridad, preparar la casa de forma que se sintieran cómodos y hacer acopio de alimentos con los que conformar una especie de menú degustación. Todo eso mientras trabajaba desde casa por las mañanas y, debido a un cambio de última hora, las noches de los sábados. Lo de trabajar desde casa casi todos los días ya lo conocía del viaje de hace dos años, pero lo de pasar las noches de sábado en vela me dejó bastante machacado porque uno ya no tiene edad para semejantes excesos.
Unos días más tarde llegaron mis suegros y mi cuñado, guiados por Miyoung y Elsa, tras hacer escala en París y pasar un día completo en la misma Barcelona que yo había pisado por primera vez unos días antes. La misma Barcelona donde, un par de semanas después, un grupo de desalmados regaron con sangre esas calles por las que nosotros paseamos tan despreocupados. Habría sido muy mala suerte que nuestro único día en Barcelona coincidiese con el gran atentado, pero hubo muchas personas que sufrieron esa casualidad y varios de ellos fueron víctimas inocentes del caprichoso azar. Que esto nos sirva para valorar más el simple hecho de estar vivos y sanos, porque es algo que puede cambiar en el momento más inesperado.
Mi familia coreana pasó apenas seis días en Galicia, que aprovechamos para visitar algunos lugares de interés como Pontevedra y Santiago de Compostela, una ciudad en la que residí un par de años, incluido mi primer año de casado, y que en Corea del Sur es bastante famosa gracias al Camino de Santiago. No viajamos tanto como había planeado debido a que a mi suegro no le sentó bien el viaje ni estar en un ambiente tan diferente al suyo, así que nos enfocamos más en disfrutar de lo mejor de mi tierra. ¿Los paisajes? ¿Las mejores playas del mundo? ¿El aire impoluto? ¿El ritmo de vida tranquilo? No, la comida.
La visita deja muchos recuerdos en ambos bandos, y creo que ellos se marcharon con una buena sensación. Les encantó el aire limpio, tan diferente de lo que se respira en Corea, y la omnipresente naturaleza. El tiempo, aunque no fue tan bueno como se espera en los primeros días de agosto, fue más que decente y supuso un descanso del bochorno agobiante que es el verano coreano. También les sorprendió el ritmo de la gente, como si fuesen con una marcha de menos y no cargasen una eterna mochila de preocupaciones y ambiciones. La comida fue otro punto fuerte, desde la sencillez del buen pan a platos típicos como el arroz negro o el pulpo á feira.
La hospitalidad se entiende de una forma completamente distinta en Corea y en España. En España el anfitrión trata de que el invitado se sienta como en casa, dándole libertad y opciones para hacer lo que le apetezca. En Corea el anfitrión se pone en la cabeza del invitado, decidiendo lo que este puede desear o necesitar, para ofrecerle justo eso. Lo explico con un ejemplo. En un día de calor, un anfitrión coreano irá a comprar helados y bebidas frías y se las dará a los invitados. El anfitrión español, sin embargo, dirá que en la nevera hay helados y bebidas frías a disposición de quien las desee. Parece similar pero es completamente distinto, y ya trataré de hablar más de este tema en otro post.
La marcha de mis suegros, cuñado, esposa e hija pequeña, que por cierto vio a sus abuelos españoles por primera vez con más de tres años, fue apenas unas horas después de que mi hermano iniciase su aventura particular consistente en un par de años de desplazamiento laboral a Rumanía. Es lo que decía de las casualidades, que nunca sabes por dónde te van a salir. Pero en este caso no es nada malo, pues ahora mi hermano tendrá la oportunidad de vivir en tierras rumanas la "mili" que yo viví en Irlanda, para regresar siendo un hombre de pelo en pecho.
Casa llena, casa vacía. Ese lunes quedamos en casa solamente mis padres, mi hija mayor y yo. Y un perro alegre por retomar su ritmo anterior de colos y grasitas. Esas dos semanas de la fase B fueron más tranquilas. Yo me dediqué a seguir trabajando, cerrar un par de papeleos, engordar unos kilos de felicidad, saludar y despedirme de mi gente, y esperar por un email que no llegaba. Sonia las empleó en jugar con sus amiguitas, ponerse morena como nunca antes, dejarse querer, y disfrutar del jamón y el queso. Ah, y a aprender a nadar en la misma playa donde yo di mis primeros chapuzones hace más de treinta años. Ahí queda eso.
Y, de súbito, llegó el día de regresar a nuestra vida. Todo salió a pedir de boca, excepto una oportunidad para reasentarnos en España que parecía cerca pero no termina de cerrarse. Pero todo estupendo, porque lo importante es estar juntos y bien. Y además, esta semana tengo un cambio laboral que afronto con mucha ilusión y que previsiblemente me tendrá bastante ocupado durante el futuro cercano.
Lo que no me atrevo a hacer esta vez es pronosticar una fecha para el próximo viaje a tierras galaicas. Podría ser en dos semanas, podría ser en tres años, podría ser en cualquier momento en el medio.
Felicidades, me gustaría contarlo le dejé.mi email adalbertoLainez7@gmail.com
ResponderEliminarQue bueno Felipe !!!, linda historia, suerte en ese emprendimiento, saludos desde Uruguay
ResponderEliminarSuerte en el nuevo trabajo!! :)
ResponderEliminarSiempre con los brazos abiertos, aquí estará tu familia y amigos para recibiros.
ResponderEliminarFelicitaciones nuevamente por tu nuevo empleo y...Esperamos vuestra próxima visita,besos y abrazos para la familia (sobretodo a Sonia,le tengo un especial cariño)😘
Me alegra que tu familia Coreana disfrutase de las maravillas de nuestra tierra,que Sonia aprendiese a nadar donde un día lo hizo su padre😆 maravilloso!👏
Somos siempre tan bien recibidos que habrá que ir pensando en regresar ;)
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