A España por tres semanas (y media)

Cuando salga publicado este post, estaré dentro de un avión que me llevará a España por quinta vez (1 2 3 4) desde que hace siete años me mudé a Corea del Sur. Al igual que en el viaje de hace dos años, estaré en Galicia tres semanas y pico alternando trabajo en remoto por la mañana con descanso familiar por la tarde. También como hace dos años, el principal motivo de la visita es que Sonia mejore su nivel de español. Eso y volver a ver a la gente, claro.

La gran diferencia respecto a viajes anteriores es que en esta ocasión los suegros harán una visita relámpago para conocer el terruño. Serán pocos días pero intentaré que vean varios lugares de interés y acaben su primera visita a España con una buena impresión. Con ellos vendrán Miyoung y Elsa, que a sus tres años y pico hará su primera salida de Corea.

Tras la visita, quedaremos padre e hija mayor para disfrutar del final del verano. Yo volveré a trabajar desde casa, esta vez incluso los fines de semana, pero aprovecharé el tiempo del que disponga para hacer lo que se debe hacer en estas ocasiones. Retomar el contacto con buena gente. Comer bien. Dar algún chapuzón. Jugar con el perro. Comer bien. Ver pasar las horas bajo el sol. Disfrutar de familia y amigos. Comer bien. Y vaguear un poco.

Curiosamente, el viaje coincidirá con la partida de mi hermano, que ha decidido aprovechar una oportunidad laboral y pasar un par de años allende las fronteras para mejorar su currículum. Es algo parecido a lo que hice yo hace más de una década cuando me fui desplazado a Irlanda. El gran peligro de esto es que, una vez probadas las mieles extranjeras, es como si se rompiera una barrera mental y de repente se ve mucho más fácil alargar la estancia o emprender nuevas aventuras. En dos o tres años ya veremos dónde está cada parte de la familia, pero que haya movimientos es cosa buena.

Lo mejor del viaje, sin embargo, será que, por primera vez desde lo que parece una eternidad, la visita coincidirá con la temporada de peras limoneras, que en estos años de abstinencia se han convertido en mi fruta favorita y un extraño meme personal. Mientras escribo estas líneas se me hace la boca agua solo de pensarlo. Ni jamón, ni churrasco, ni filetes de kilo, no hay manjar español como una crujiente pera limonera recién sacada de la nevera.

El jueves por la mañana aprovecharemos la escala para visitar brevemente Barcelona, por cierto, así que si alguien de la ciudad condal ve a un gallego con cara de perdido y una niña medio coreana al lado quizá seamos nosotros.

Y a la vuelta a Corea habrá cambios de calado. Por si no habíais pillado las insinuaciones de los últimos posts, lo digo claramente: he conseguido un empleo como ingeniero -por fin- y por primera vez en varios años tengo mucha ilusión por mi vida laboral.

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