El Valle de los Caídos, mausoleo franquista

Si en España hay un monumento polémico que suscita opiniones radicales de todo tipo ese es sin duda el Valle de los Caídos.

Por un lado hay personas que querrían ver el lugar arrasado, lo cual no es extraño teniendo en cuenta quién y cómo ordenó su construcción, y cuál era el simbolismo del lugar. Aún hay en España gente con sus abuelos enterrados de forma anónima en cunetas, porque de jóvenes se atrevieron a pensar por sí mismos, o porque alguien creyó que lo hacían.

También hay gente que querría que este lugar recuperase su simbolismo perdido, y volviese a servir de recuerdo de que una parte de España derrotó a la otra. Cuando visité el monumento había incluso representantes de cierta organización vigilando el lugar de forma voluntaria.

Yo, por una vez, no voy a tomar esa actitud tan gallega de intentar quedar bien con ambos bandos, sino todo lo contrario. No estoy a favor de que el Valle de los Caídos represente solo al bando franquista porque las heridas aún están abiertas. Sin embargo, tampoco pienso que deba ser derruido. Lo que ahora nos parece un símbolo de la etapa más negra de la historia reciente de España (bueno, hasta que la crisis dure otros 6 añitos), en el futuro será visto como un simple monumento. Tendrán que pasar varias generaciones, un par de siglos si es necesario, pero al final nadie recordará que las piedras de la basílica están selladas con sangre de los enemigos derrotados (y no solo derrotados, sino también castigados y humillados). ¿O acaso alguien piensa que las grandes obras históricas fueron construidas por voluntarios?


Una vez aclarado el tema político, dejemos de lado la simbología y concentrémonos en las piedras. La verdad es que una vez olvidado el origen de la obra, hay que reconocerle su grandeza y espectacularidad. La basílica está excavada en la colina bajo la cruz, y su interior permanece sumido en penumbra. Entrar hasta el fondo, y colocarse bajo la bóveda, es una experiencia dramática. Una vez allí es inevitable pensar en los 18 años (de 1940 a 1958) que tomó su construcción, y en las 40.000 personas cuyos restos están en la cripta. Aunque es muy difícil saber quiénes son esas personas, sí se sabe que son fallecidos en la Guerra Civil, con representantes de ambos bandos en cantidades aproximadamente iguales.

La cruz es enorme, y verla en lo alto de la colina es una vista impresionante que mejora al subir hasta su base. Mide 108 metros de altura, siendo considerada por algunos la mayor cruz cristiana del mundo, y las alas tienen una envergadura de 46 metros. Es grande, muy grande, y el único 'pero' que se le puede poner es que las figuras resultan ostentosas en exceso. Pero dijimos que no hablaríamos de su origen ni simbología.


También hay una abadía, creada para que sus ocupantes se encargasen de custodiar y cuidar del mausoleo, aparte de oficiar las misas. Esta abadía, cuyo pomposo nombre es Abadía Benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, se puede ver bastante bien desde la colina donde se levanta la cruz.

¿Lo mejor de la visita? Comprobar que la gran losa de piedra está firme en su posición y que el señor del culo blanco (ni el otro) no podría salir ni en la peor pesadilla zombie. Tal como comentaba un amigo que me acompañó en mi primera visita al lugar, "la sangre de republicano pega muy bien".

→ Más información sobre este monumento, su historia y su controversia en la Wikipedia.

COMPARTIR ES BUENO

Tweet

Si te ha gustado este post,
puedes ayudarme a mejorar
con un pequeño gesto :)
→ CLICK AQUÍ ←