Cruzando el Conor Pass, el paso de montaña más elevado de Irlanda
El Conor Pass es el paso de montaña más elevado de Irlanda, lo cual no es mucho decir en un país donde la montaña más alta apenas alcanza los 1.000 metros. Esta carretera atraviesa las montañas del centro de la península de Dingle, conectando el pueblo Dingle en el sur con la aldea Kilmore Cross en el norte. Es una carretera estrecha y serpenteante, con un firme en mal estado, por la cual no está permitida la circulación de vehículos de más de 2 toneladas. Y sin embargo, pese a todo esto, o quizá precisamente por todo esto, definitivamente merece la pena subirse a un coche y hacer el recorrido.
Yo crucé el Conor Pass en dos ocasiones, en sendos viajes a la península de Dingle y Killarney. La primera vez fue porque no había una ruta más corta para llegar a nuestro destino, y la segunda vez fue para asegurarnos de que esa carretera existía de verdad y no era fruto de un sueño bañado en alcohol.
La carretera es estrecha, muy estrecha, tanto que hay pocos puntos en los que puedan cruzarse dos coches en paralelo. Por suerte no hay mucho tráfico, y los pocos coches que circulan van a poca velocidad. Aunque hay quitamiedos de piedra en casi todo el recorrido, también hay algunos puntos en los que un coche puede salirse de la vía y acabar dando tumbos montaña abajo.
En el punto más alto de este paso de montaña, situado a casi 500 metros de altitud, hay un pequeño aparcamiento que permite salir del coche para disfrutar de las vistas. Y de las vistas se disfruta, pese al viento huracanado, porque son dignas del esfuerzo que supone llegar hasta allí arriba. El paisaje glaciar es poco hospitalario, y está marcado por rocas que parecen cortadas a cuchillo y lagos circulares entre la montañas, todo ello salpicado de una vegetación al borde del suicidio que lucha por poner una nota de color en un paisaje gris. Una de estas montañas agrestes es el monte Brandon, la segunda montaña más alta de Irlanda con 950 metros.
Desde lo alto también se puede ver la costa a ambos lados de la península, y en días claros incluso se divisan las Islas Aran. La península de Dingle, animalitos aparte, no ofrece muchos atractivos, pero este paso de montaña es sin duda uno de los principales.
Y como siempre sucede en Irlanda, cada lugar esconde una sorpresa. En este caso fue encontrarnos en la cima, en un día que no superaba los 12 grados de temperatura y con un viento que hacía difícil mantenerse en pie, una de esas furgonetas que venden bebidas y helados. ¡Helados! Seamus, for God's sake!
.. y lo mejor fue, cuando desde nuestros cuerpos enfundados en múltiples capas de tejidos polares, pudimos ver como dos niñas que no superaban los diez años, se comían un helado mientras corrían en faldita y chanclas por el parking... si es que son diferentes¡¡¡
ResponderEliminarVaya, de esas niñas no me acuerdo, pero sí me acuerdo de las de las islas Aran, que se estaban bañando en el mar cuando nosotros, aguerridos hombres del norte, no fuimos capaces de mojarnos más arriba de las rodillas.
Eliminareso tu, yo ni lo intente.
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