Pagando impuestos en Corea

En Corea también se pagan impuestos. Aunque sea el país del capitalismo extremo, y aunque los únicos servicios públicos gratuitos sean los inodoros, a todos los trabajadores nos toca pasar por ese bonito momento de preguntarnos "¿me tocará dar o recibir?", dicho sea con todos los dobles sentidos que le encontréis.

A mí también me ha tocado pasar por el aro este año (y el año pasado, pero entonces casi ni me enteré del tema). La primera curiosidad es que la declaración no la hace el interesado, sino que se la hace la empresa. Y pensarás "pues qué ventaja, una tarea menos". Pues sí pero no, porque los inconvenientes superan a esa ventaja.

Primero está el tema de la privacidad. En España no le preguntes a nadie cuánto gana, cuánto tiene en el banco, o cuánto gasta cada mes. Es como preguntar el peso y edad de una dama. En Corea esa información (todo, completo, del interesado y su familia) se le pasa a la empresa para que te hagan la declaración de impuestos. Y no se le da al departamento de RR.HH. o a una gestoría subcontratada, no, sino que se le da al jefecillo que cada uno tenga. Esa persona se encarga de introducir tus datos y hacer la cuenta, y no tendrá ningún problema en comentar los distintos apartados y el resultado final contigo y con el resto de la oficina. Al fin y al cabo, el grupo es más importante que lo individual, ¿no?

El segundo problemilla es que, si yo tengo que recolectar todos los documentos oficiales necesarios en distintas webs y oficinas, ¿por qué no puedo dedicar unos minutos más y hacerme la declaración yo mismo? Más que nada, porque así me aseguro de estar haciéndolo bien. Y si me sale negativa (a pagar), sabré muy bien si es merecidamente o no. Y podré revisarla o rehacerla.

Esta ha sido mi experiencia personal. En otras empresas quizá den el papelito de marras con los datos fiscales, para que cada uno se las arregle como pueda. O en todo caso quizá lo haga un determinado departamento. Es incluso probable que lo hagan bien.

Más allá de estas críticas, es admirable que las declaraciones se hagan en enero, apenas unos días después de terminar el año. Aunque por otra parte resulta sorprendente que no se pueda solicitar un borrador como en España, y tenga que ser el propio interesado el que vaya por ahí recolectando documentos y rellenado casillas.

Después de leer esto, ya te habrás dado cuenta de que me ha tocado pagar. Poco, pero pagar. Mecagüen.

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