Viajar en avión con un bebé

Tomar un avión con un bebé no es lo mismo que hacerlo solo o en compañía de adultos, sino que resulta una experiencia muy distinta. Hay que preparar algunas cosas antes del viaje, y durante el propio vuelo hay que estar más pendiente del bebé que de uno mismo. Una vez probada la experiencia en nuestro reciente viaje a España, voy a tratar de hacer unos apuntes por si le fueran de utilidad a alguien (por ejemplo, a mí mismo la próxima vez que lo necesite).

Sonia jugando en la cuna del avión.

Al reservar vuelo (basado en Air France):

Al comprar los billetes para un vuelo de larga duración, probablemente no podamos seleccionar asientos. Esto es así porque hay una serie de asientos que se guardan para pasajeros que viajan con bebés, y nos proporcionarán estas plazas en el momento de sacar la tarjeta de embarque en el aeropuerto. Estas plazas especiales son los asientos que no tienen otros asientos delante, sino una pared. Pueden estar en la zona central o en un lateral, y disponen de un poco más de espacio que los asientos normales.

Tener una pared delante es importante no sólo por disponer de un poco de espacio extra, sino sobre todo porque permite anclar una pequeña cuna que nos servirá para que duerma el bebé. Esta cuna nos la proporcionarán cuando el avión haya despegado, y será retirada antes del aterrizaje. Tiene una capacidad máxima de 10 kilos, y en nuestro caso nos sirvió por los pelos porque Sonia viajó con 6 meses y medio y ya estaba en los 9.5 kilos. Tan por los pelos que tocaba con los pies y la cabeza en los extremos de la cuna.

Para disponer de esta cuna, hay que reservarla explícitamente. Con Air France se hace con una llamda de teléfono, aunque otras compañías permiten hacerlo al efectuar la reserva en internet.

Por cierto, aunque los bebés no tienen asiento propio, eso no significa que viajen gratis. En el caso de Air France hubo que pagar un 10% del precio de un billete normal (por bebé de 2 años o menos). A cambio, se supone que proporcionan una comida infantil si se solicita (en nuestro caso no fue necesaria) y permiten una bolsa extra como equipaje de mano (para llevar todo lo relacionado con el bebé). También se permite llevar una sillita de paseo, pero las dimensiones permitidas son muy reducidas (100x30x15 cm), por lo que en la práctica sólo se pueden llevar sillitas muy pequeñas y totalmente plegables.

Así es un avión de Air France para vuelos intercontinentales.

Preparativos para el vuelo:

Hay que preparar consumibles teniendo en cuenta la duración del viaje (incluyendo transbordos y transportes a y desde el aeropuerto). Lo más importante es la comida. Si el bebé toma biberón, hay que preparar todo lo necesario para preparar los que vaya a necesitar: leche en polvo, biberones (quizá haya que reutilizar alguno) y el agua. Como en el avión no podremos hervir agua, debemos llevar agua hervida previamente: la caliente en un termo y la fría en un recipiente que aguante cambios de presión.

Otro elemento importante son los pañales, que llevaremos en abundancia, por si acaso. Y el resto de cosas típicas que demanda un bebé en cualquier momento: toallitas húmedas, chupetes (con sujeción y protección para que no se manchen), trapitos suaves, etc.

También es importante llevar algún juguete capaz de entretener al bebé aunque sea por unos minutos. En algunas aerolíneas proporcionan un pequeño muñeco, pero generalmente es un juguete bastante cutre al que el bebé prestará poca atención. En la página web de Air France se dice que proporcionan un juguete para los bebés en vuelos intercontinentales, pero en el de vuelta no tenían. Por tanto, es mejor llevarlo preparado por si acaso.

Tamaño máximo permitido.

Durante el vuelo:

Lo más importante de todo: la paciencia. Debemos estar preparados para pasarnos todo el viaje cuidando del bebé, sin tiempo para dormir, ver vídeos ni leer. Esto no sé para que lo escribo, porque básicamente es lo mismo que en un día normal, aunque en un espacio confinado.

Hay que seguir la rutina habitual de dar de comer y cambiar pañales, aprovechando los momentos en que el bebé duerma para descansar nosotros también. Estos momento serán escasos, porque los bebés no suelen dormir mucho al verse en un ambiente extraño, con el ruido típico de un avión y el aire seco y cargado. El cambio de pañal no es problema, porque los servicios cuentan con cambiador (la típica bandeja).

Un punto importante es asegurarse de que no le afecten los cambios de presión que se producen al despegar y aterrizar. Los adultos podemos prevenirlos mascando un chicle o tragando saliva. En el caso de un bebé lo mejor es darle el chupete y evitar que se lo quite.

Cuando llore, la única alternativa aparte del juguete que deberíamos llevar, es dar paseos por el pasillo del avión, lo cual es muy aconsejable en vuelos de larga duración, para desentumecer el cuerpo y evitar el "síndrome de clase turista". Y de paso tiene la ventaja de no perderse los refrigerios que ponen a veces en la parte trasera del avión.

Yo normalmente en estos vuelos voy sentado disfrutando de películas asiáticas que es difícil ver en Europa, alternadas con momentos de descanso en los que escucho música con los ojos cerrados. En estos dos vuelos con Sonia, sin embargo, no pude ver nada ni dormir, sino que me pasé las 12 horas de cada vuelo pendiente del bebé: alimentando, cambiando, consolando, paseando... En fin, quienes seáis padres ya sabéis a lo que me refiero.

Por cierto, a veces las azafatas harán lo posible por echarnos una mano, pero depende mucho de la compañía aérea. En Korean Air las azafatas incluso cogen a los bebés en brazos. En Air France, nada de nada.

Cambiador de los servicios laterales del avión.

COMPARTIR ES BUENO

Tweet

Si te ha gustado este post,
puedes ayudarme a mejorar
con un pequeño gesto :)
→ CLICK AQUÍ ←