Luna de miel en Grecia II: Santorini

Esta es la segunda entrega del viaje a Grecia. En esta ocasión hablaré de Santorini, la archifamosa isla del mar Egeo. El Sur de Grecia está formado por multitud de pequeñas islas, que se han convertido en un importante destino turístico debido a la bondad del clima y la belleza del paisaje. Es como el Caribe en el Mediterráneo.

Salimos del Pireo (el puerto de Atenas, quizá lo peor de la ciudad) un día temprano por la mañana, contentos de dejar atrás la capital. El viaje en ferry duró unas 5 horas, porque era un ferry "high speed" y sólo hizo un par de escalas antes de llegar a Santorini. Aun así, un viaje tan largo puede hacerse pesado, sobre todo para las personas que no están acostumbradas al vaivén de las olas.

Desde el momento en que llegamos a Santorini, supimos que íbamos a disfrutar de esos tres días. Santorini es una isla con una forma muy especial, como una media luna, debido a la erupción volcánica que hundió el centro de la isla en el año 1628 A. de C. Por ello, la costa de la parte central es un acantilado, en el que se construyen casas en una especie de competición por ver cuál está más encima del borde para tener mejores vistas (y mayor probabilidad de caerse).

En los pueblos como Thira y Oia hay casas incluso en la bajada, donde la pendiente es menos pronunciada. La razón de todo esto es la vista a la caldera, el pequeño mar que hay donde antes había isla, y donde ahora reinan los ferris y trasatlánticos que fondean para que los turistas salgan en tropel a dejarse los dineros.

Espectacular panorámica de la caldera de Santorini.

Nosotros estuvimos a finales de septiembre y el tiempo fue estupendo, con sol todos los días y una temperatura entre 25 y 30 grados. Además el agua tiene una temperatura muy agradable, pese a que es tan transparente que da la impresión de estar muy fría. Es decir, condiciones inmejorables para darse un buen chapuzón.

Hay tres playas muy conocidas. La primera es Kamari, que tiene las mejores instalaciones para recibir turistas. Segundo Perissa, conocida como la playa negra por el color de la arena, aunque hay que puntualizar que en realidad no es arena sino piedrecitas (incluso, debajo del agua, es una superficie volcánica lisa, sin rocas). Por último, la joya de la corona es la playa roja, que es una pequeña cala de belleza sin igual. Esta playa, de acceso un poco más difícil que el resto, es una de las mejores del mundo (en competencia con la playa de Rodas de las Islas Cíes, por cierto).

Resumiendo, unas playas preciosas, con un agua transparente y una temperatura muy agradable. Y menos gente de lo que esperábamos. Un lujazo.

La famosa playa roja de Santorini.

En cuanto a los pueblos, pues son como en las fotos: antiguos pueblos de la costa mediterránea, con casitas pintadas de blanco y azul, y calles estrechas y retorcidas. Lo más característico son las muchas pequeñas iglesias con la cúpula pintada de color azul, y los molinos de viento. Mezclando eso con el paisaje natural, se deduce que en un sitio así es muy fácil sacar fotos espectaculares.

Hay que tener en cuenta que son lugares completamente enfocados al turismo, por lo que todas las casitas son tiendas de souvenirs, hoteles o restaurantes. Una vez que se acepta esto, se puede disfrutar mucho buscando recuerdos para comprar. Hay de todo, desde joyerías de lujo a tiendas con las típicas figuritas de "yo estuve en Santorini". En general el ambiente no agobia, y se puede pasear con tranquilidad.

Otra sorpresa agradable fue la comida, porque no tiene nada que ver con los típicos bodrios a precio abusivo de la mayoría de lugares turísticos (Atenas, por ejemplo). Muy al contrario, comimos estupendamente y a precios muy razonables. Para la posteridad quedarán esos peces escorpión rojos a la brasa que nos tomamos en Ammoudi, a dos metros del mar, acompañados por una fantástica ensalada griega.

Ahí nos comimos sendos peces escorpión rojos a la brasa... riquísimos!

También le teníamos cierto miedo al transporte dentro de la isla, porque es demasiado grande para recorrerla a pie, pero demasiado pequeña para disponer de un transporte público en condiciones. El miedo creció al llegar, con la experiencia de coger el autobús del puerto a Thira.

Sin embargo, encontramos un solución: alquilar, y es que la isla está llena de pequeñas agencias que alquilan coches compactos (tipo Ka o Matiz), motos y VTA (quads). Así que paramos en una de estas agencias, regateamos un poco, y alquilamos un VTA. Es una opción que recomiendo mucho, porque por unos pocos euros tuvimos un vehículo para movernos cómodamente por la isla, sin depender de horarios y sintiendo el viento fresco en la cara. Eso sí, son máquinas muy usadas ya, así que la velocidad no pasaba de 70 km/h ni cuesta abajo.

Nosotros en nuestro VAT :)

El último día hicimos el check-out en el apartamento, devolvimos el VTA, comimos en Thira por última vez y nos fuimos en bus al aeropuerto. Digo aeropuerto por decir algo, porque era más pequeño que algunas cafeterías de los aeropuertos de verdad. Ahí subimos a un avión de Aegean Airlines que nos llevó a Atenas en 30 minutos. El vuelo fue tan rápido que no me dio tiempo ni de terminar la revista del avión. Y en Atenas pasamos una sola noche, descansando para la gran aventura del día siguiente: Meteora.

Panorámica nocturna de la caldera de Santorini.

Entradas relacionadas:

       Luna de miel en Grecia I: Atenas.

       Luna de miel en Grecia III: Meteora.

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