Una semana de viaje en Nagoya y Kioto
En el
verano teletrabajando desde Corea
hicimos un paréntesis para un viaje familiar a Japón. Fue mi segunda visita a
los nipones, después de
los tres días que pasé en Fukuoka, Hiroshima y Nagasaki
hace ya más de una década. Esta vez el ritmo fue muy diferente y nos tomamos
las cosas con calma por dos razones: porque en verano Japón es un horno y
porque fuimos con las niñas y los suegros. Tres generaciones con distintos
intereses, distinta tolerancia a la comida extranjera y, sobre todo,
diferentes capacidades de movilidad.
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Bosque de bambú en Arashiyama. |
El viaje duró una semana y tuvo dos etapas. Primero visitamos Nagoya, tercera
mayor ciudad del país y un lugar donde es difícil escapar a la rima fácil. El
primer día hicimos poco más que llegar, comer el primer tonkatsu y saludar al
manekinekón.
El segundo día fuimos al sitio que más recordaremos cuando hablemos de este
viaje dentro de muchos años: el Estudio Ghibli. Yo no soy nada aficionado al
manga ni al anime, así que al saber que las niñas querían visitar este lugar
me pegué una maratón de películas de Ghibli para saber donde me metía. Algunas
me gustaron más y otras menos, y unas pocas me encantaron. Lo mejor fue que en
la visita pude reconocer los personajes e historias, y disfrutar mucho más de
la experiencia.
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Porco Rosso dándome mi merecido por llevar esa camisa hortera. |
Al día siguiente visitamos el castillo de Nagoya y el Museo de Toyota. El
castillo está muy bien, pero el museo resultó sencillamente espectacular.
Tiene una parte dedicada a la industria textil y el nacimiento de la empresa,
con máquinas de hace décadas que todavía están operativos y ponen en marcha de
vez en cuando para deleite de los que sentimos casi tanto aprecio por los
hierros como por las personas. La otra parte está dedicada a la industria
automotriz y expone una amplia gama de vehículos históricos, además de algunas
máquinas también operativas. El mejor museo corporativo que he visitado hasta
la fecha, con mucha diferencia.
El cuarto día empezamos visitando el Museo de Ciencias de Nagoya, donde
incluso tuvimos una sesión de planetario. De las explicaciones en japonés no
entendí nada, pero tampoco es necesario para disfrutar de la experiencia de un
viaje por las estrellas. El día de ciencia se completó con el Acuario del
Puerto de Nagoya y el espectáculo de los delfines saltarines.
La segunda parte del viaje fue una visita de varios días a Kioto,
probablemente el emblema del Japón tradicional. Empezamos disfrutando del
templo budista Kiyomizu-Dera, con su pabellón de entrada construido sobre
imponentes pilares de madera, y un paseo por los alrededores que concluimos
comiendo en el mercado.
Al día siguiente fuimos en tren hasta el templo budista Tenryu-ji, con su
precioso lago y agradables jardines, para después pasear por el bosque de
bambú cercano y cruzar el famoso puente Togetsukyo. El día terminó con un
maratón de compras en un Don Quijote, Donki para los amigos, que es una cadena
de tiendas japonesas laberínticas e infernales que venden de todo.
El séptimo fuimos al santuario sintoísta Fushimi Inari, con sus famosos
senderos marcados por innumerables toris naranjas en fila. Ya de vuelta en
Kioto, visitamos el templo budista Nishi Hongwan-ji, que resultó ser un
agradable remanso de paz justo al lado del hotel.
El últimos día aún aprovechamos para visitar el templo budista Higashi
Hongan-ji, también muy cerca del hotel. Después montamos en un tren de Hello
Kitty (todo es cuqui en Japón) y en un avión genérico para regresar a la
península coreana.
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Estos templos budistas japoneses tienen una forma similar a los coreanos pero pintados como un pub irlandés. |
Aparte de todos estos lugares interesantes, el viaje estuvo muy bien porque
estuvimos en hoteles decentes como un Dormy Inn y el Meitetsu de la estación
en Nagoya, y el Richmond en Kioto. Y qué decir de la comida japonesa, del
sushi al okonomiyaki, pasando por esos ramen que parece que saben mejor
cuanto más cutre es el sitio que los sirve.
Todo esto se puede ver en esta recopilación de los vídeos cortos que fui
subiendo durante el viaje.
No tengo ni idea de cuándo volveré a Japón, pero supongo que la próxima vez
tocará pasar por Tokio. A ver si es pronto.
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