Un par de días en Tongyeong
El Chuseok de este año, en vez de pasarlo cumpliendo con las típicas visitas familiares, decidimos escaparnos a un relajante lugar de la costa de Corea del Sur. Nosotros y los suegros, con lo cual la tradición familiar fue full time, que nadie se piense que nos escaqueamos. Y menos mal que vinieron ellos también, por cierto, porque para controlar a dos niñas no es suficiente con cuatro manos.El lugar escogido fue un condominio cercano a Tongyeong en el cual ya estuvimos hace cuatro años. Esta parte de la costa sudeste, entre Busan y Yeosu, es una preciosidad. No hay una línea de costa definida, sino que en algún punto las montañas se sumergen y dan lugar a innumerables islitas que salpican el mar hasta donde alcanza la vista. El único punto negativo es que, tal como nos ocurrió en Namhae el año pasado, la costa suele estar cubierta de una tenue bruma que impide capturar en una fotografía la belleza de la que hablo.
Otro punto a favor es la distribución de la población, repartida en multitud de pequeños pueblos costeros de pescadores, muchos de ellos al pie de montañas de frondosa vegetación. Salvando las distancias, es un paisaje similar a la costa gallega de la que provengo. Al menos en la distribución caótica de las casitas y en el meneo al son de las olas de los barcos amarrados durante el día, mientras descansan de los ajetreos de la noche. Es decir, aparte de ser un paisaje bonito también me es, de alguna forma, familiar.
El condominio consiste en una pequeña montaña en la que sustituyeron pinos por casitas. El paisaje que se aprecia desde lo alto es espectacular, y mucho más desde la piscina. Sin embargo, aunque pensábamos que por ser Chuseok no habría casi nadie, estaba todo completo y nos tuvimos que conformar con un apartamento de una sola habitación. Es una suerte que en Corea para dormir no se necesite más que una esterilla extendida en el suelo.
Muy cerca del condominio está el Museo de Ciencia Marítima de Tongyeong (통영수산과학관), que no es tan espectacular como se anuncia pero tiene un gran punto a favor para mí, que son docenas y docenas de grandes acuarios llenos de peces de todos los tipos, tamaños y colores. Me encanta ver acuarios, y en este museo estuve un buen rato pasando de uno a otro.
El punto fuerte de la escapada fue un viaje en ferri a la isla Hansando. El viaje es toda una experiencia por el paisaje. El ferri va rodeando islitas y más islitas hasta que se acerca mucho a una y permite que la gente baje a tierra. Muchas de estas pequeñas islas están habitadas. Me pregunto cómo sería la vida en estos lugares hace 20 o 30 años, cuando no había telefonía móvil ni conexión a internet, y su único contacto con el mundo peninsular era una débil señal de televisión y los periódicos que trajese el ferri de la mañana.
Hansando es una isla famosa por haber sido el cuartel general del almirante Yi Sun-sin entre 1593 y 1597, cuando repelió la invasión japonesa. Yi Sun-sin es uno de los grandes héroes nacionales de Corea del Sur, y este año además está de moda por la primera película de una trilogía que relatará estos enfrentamientos entre Corea y Japón. La película, por cierto, tuvo un éxito tremendo y batió todos los récords de taquilla.
El cuartel general desde el cual Yi Sun-sin comandaba la flota coreana fue abandonado después de la guerra. En 1793 fue reconstruido, y en 1976 fue convertido en un centro memorial en honor del militar más famoso de la historia de Corea. El recinto puede visitarse y tiene bastantes construcciones interesantes. Es una pena que esté en una isla de difícil acceso, lejos de los circuitos turísticos, porque es un lugar lleno de historia que además, y perdona que me repita, está encuadrado en medio de un paisaje precioso.
En cuanto a la ciudad de Tongyeong poco puedo decir. Más que una ciudad es un pueblo de pescadores más grande que los otros. El punto central es el mercado de pescado y marisco, más pequeño que el de mercado Jagalchi en Busan o el mercado de Noryangjin en Seúl, pero lleno de vitalidad y productos frescos recién traídos del mar.
Uno de los atractivos de un viaje como este es la gastronomía. En el caso de Tongyeong, no podía faltar una bandeja de sashimi y un ttukbaegi como el de la foto. Otros productos típicos de esta zona son un gimbap caracterítico que solo tiene arroz envuelto en algas kim, y unos pasteles llamados kkulppang (꿀빵, literalmente "pan de miel").
Esta última fotografía define muy bien el relax del viaje. La primera noche, mientras las niñas dormían acompañadas por los suegros, nosotros salimos a dar una vuelta por el recinto y nos encontramos que en la piscina estaban dando la película El Gran Azul en una pantalla gigante, con la luna llena de Chuseok como fondo. Por momentos como este es por lo merece la pena trabajar el resto del año.
Jean Reno en El Gran Azul (Le Grand Bleu), una película preciosa que no me canso de ver. |
El único punto negativo de la escapada fue el regreso. Como el último día de Chuseok debía trabajar en Seúl, me tocó regresar a mí solo en un autobús nocturno que se cruzó todo el país de sudeste a noroeste. Salió de Tongyeong a medianoche y me pasé todo el viaje dormitando. Cuando vi que se encendían las luces a las 3:30 pensé que era para una parada en una zona de descanso; pero no, ya estábamos en Seúl. Cuatrocientos kilómetros en menos de cuatro horas, no está nada mal señor conductor.
→ En este post puedes leer mi experiencia anterior en el mismo lugar tal como la conté hace ya cuatro años.
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