Recorriendo la muralla de Seúl en un día: parte sur
Ayer empecé a narrar el recorrido completo que hice del perímetro de la muralla de Seúl (en este post). Tras salir de Dongdaemun a las 9:30 y subir a las montañas Naksan, Bugaksan e Inwangsan, llegábamos a Namdaemun a las 16:30. Hoy terminaré el relato con el resto del recorrido, y otro puñado de fotos.Si hubiera que escoger un único punto como centro de Seúl, la puerta Namdaemun sería una firme candidata. Situada a medio camino entre la Estación de Seúl y el ayuntamiento, a un paso de Myeong-dong y dando nombre al famoso mercado de Namdaemun, esta gran puerta es uno de los símbolos de la capital de Corea del Sur. Tanto es así que la puerta Namdaemun en el Tesoro Nacional número 1 del país.
Pero ser tan famosa y simbólica también tiene un lado negativo. En febrero de 2008 un hombre ya anciano prendió fuego a la puerta, provocando un gran incendio que destruyó toda la estructura de madera. Este hombre, que inició el fuego en protesta contra el Gobierno, ya había prendido fuego, un par de años antes, a un palacio de Seúl. La reconstrucción fue compleja, y se aprovechó la ocasión para restaurar la puerta según métodos tradicionales. Namdaemun fue re-inaugurada en mayo de 2013, y desde entonces brilla de nuevo con los colores originales. No todo el mundo está satisfecho de la restauración, ya que algunos dicen que los colores son demasiado brillantes, pese a haber usado pigmentos naturales. Otro problema es que la restauración se hizo demasiado deprisa, sin que la madera de vigas y ripias hubiera secado completamente. Esa madera ahora, conforme se va secando, provoca que algunas partes se doblen y retuerzan, y que aparezcan grietas en la madera. Reconstruir una estructura como esta es muy complejo. Se usan troncos de pino rojo, que no son comunes en Corea, y muchos otros materiales. Por ejemplo, el tejado se recubrió con 20.000 tejas cerámicas cocidas en un horno tradicional. Pensando un poco sobre el tema, dos años de preparación y tres de restauración, efectivamente, se antojan escasos.
Desde Namdaemun no es difícil seguir la muralla hasta Namsan. Tras caminar un poco se llega a la plaza Adong de Gwangjang, donde comienza el parque de la montaña Namsan. Este parque es una gran zona verde, un verdadero pulmón en el centro de la megaurbe, y está muy bien acondicionada para que paseen personas de toda edad y condición. Tras una zona con algunas estatuas y monumentos dedicados a independentistas y personas destacables, se llega a la Biblioteca Pública de Namsan, que tiene incluso una biblioteca gratuita exterior. En este punto comienza la verdadera subida a la montaña, aunque los más vagos pueden tomar el teleférico desde ya un poco antes. A menos que se quiera probar la experiencia del teleférico, yo recomiendo subir a pie y disfrutar del ambiente.
La subida por la cara sur se realiza por un sendero que transcurre paralelo a la muralla, y que tiene largos tramos de escaleras. Hay algunos puntos de descanso, desde los cuales se puede disfrutar de preciosas vistas del centro de la ciudad.
Al llegar a la cima, que alcanzamos a las 18:00, hay muchas atracciones. Lo primero que vemos son las almenaras que se usaban para alertar a la ciudad en caso de peligro, unas estructuras que también están presentes en otras montañas del centro y alrededores de Seúl. En caso de detectar incursiones enemigas, se prendía fuego a la almenaras. Los vigías de las otras montañas, al ver la señal, hacían lo propio, alertando asía toda la ciudad. Si has visto la películas de El Señor de los Anillos ya sabes a lo que me refiero.
Otra estructura destacable, que además encaja a la perfección con el entorno, es el pabellón Palgakseong. Este tipo de pabellones son bastante comunes en Corea, pero este es muy especial, tanto por su tamaño como por estar situado en un lugar precioso. Además, en la plaza situada justo enfrente del pabellón se celebran a veces actuaciones de todo tipo. Recuerdo un día que vi una exhibición de lucha con armas antiguas, que me encantó.
Sin embargo, sin ánimo de desmerecer a las almenaras ni al pabellón, no hay duda de que la principal estructura y el mayor atractivo de Namsan es la Torre N. Esta gran torre de telecomunicaciones construida entre 1969 y 1971, y abierta al público en 1980, tiene 237 metros de altura. Las vistas desde la base son espectaculares, y desde lo alto de la torre dejan a uno sin habla. Aunque resulta un poco cara, merece la pena subir hasta lo alto para disfrutar de la mejor vista panorámica de Seúl. Lo de comer en el restaurante giratorio ya lo dejamos para los muy adinerados.
En la explanada que rodea la torre a alguien se le ocurrió un buen día dejar un par de candados para simbolizar el amor hacia su pareja. Esta curiosidad se ha convertido en costumbre, y ahora Namsan está plagada de candados de todos los tamaños, formas y colores. Es muy llamativo y colorido, pero tanto pasteleo puede llegar a resultar un tanto indigesto. Las llaves que se tiran al bosque y el óxido de miles de candados están empezando a convertirse en un problema, pero no pasa nada porque el negocio de vender candaditos del amor, azulejos del amor y demás parafernalia cursi deja muchos wons en la torre.
Al bajar de la torre podemos seguir la muralla por el otro lado. Tras una pendiente muy pronunciada llegamos a la parada de autobús, desde donde nosotros decidimos bajar a pie para no romper el encanto de todo un día caminando.
Este es un buen momento para hacer un inciso y comentar que desde hace un par de años el ayuntamiento de Seúl se está tomando la muralla en serio. Han reconstruido algunas partes y tienen proyectos para reconstruir algún otro tramo. Además están promocionando la muralla como atracción turística, lo cual me parece un gran acierto ya que la muralla de Seúl aúna historia, arquitectura y naturaleza. Además tiene varios tramos muy diferentes, desde partes urbanas a zonas de montaña, y hay senderos para cada tipo de público. No habrá muchos que se recorran todo el perímetro en un día como nosotros, pero hacer una escapada de vez en cuando para ver tramos diferentes es una opción muy buena para disfrutar de Seúl de una forma diferente.
Tras el inciso, regresamos al recorrido. Justo después de la parada de autobús la carretera se bifurca. Lamentablemente la muralla continúa por una zona cuyo acceso está prohibido porque tiene un uso militar. Estos son precisamente los detalles que tiene que solucionar el ayuntamiento de Seúl para dar a la muralla toda la relevancia que merece, ya que da muy mala imagen no poder verla completamente por cuestiones militares. De repente pasas del clímax de Namsan a una ducha de agua fría al ver estas barreras, y es como retroceder en el tiempo hasta los años 60.
En esos momentos ya estaba anocheciendo, así que nos apuramos para tomar las últimas fotos con luz natural. En un punto de la bajada, poco después de ver al increíble proto-ajeossi, nos dimos cuenta de que ya era de noche. En un mirador había un fotógrafo aficionado tomando fotos para un time-lapse, armado con un trípode y mucha paciencia. Yo tomé esta foto con mi mejor pulso, poco después de reconocer que no habíamos podido completar el recorrido de día. Eran las 19:00 horas, y la noche ya cubría Seúl.
Al bajar de la montaña Namsan hay otro punto complicado en el que lo más fácil es perderse. Nosotros continuamos demasiado, hasta llegar al Teatro Nacional de Corea, y después caminamos un buen trecho en dirección contraria a la muralla. Entre la poca luz y las escasas fuerzas, nos costó cierto esfuerzo volver a la muralla. Cuando la encontramos fuimos caminando por un parque en el que de repente vimos a personas vestidas de etiqueta bebiendo copas de champán. Tras el shock por ver un botellón tan elegante nos dimos cuenta de que ese era el jardín del lujoso Hotel Shilla, situado justo al lado de la muralla. En teoría este tramo está cerrado al público de 18:00 a 9:00, pero las puertas están abiertas y no hay nadie vigilando. Nosotros pasamos sin saber que no se podía, y en nuestra descarga debo decir que no éramos lo únicos.
En este punto ya era completamente de noche, y además el sendero apenas estaba iluminado, por lo que caminamos casi a oscuras hasta que salimos de nuevo al mundo civilizado. A esta zona tengo que regresar de día para tomar fotos en condiciones, porque me pareció muy bonita y además está cerca de casa.
La última puerta que nos faltaba por ver era Gwanghuimun, que tal como se puede ver en la foto estaba en obras. Pero después de caminar tantas horas, unos andamios no nos impidieron tirar las fotos de rigor y continuar nuestro camino. Eran ya las 20:30, y estábamos cansados y hambrientos.
Al llegar al mercado de Dongdaemun ya estaba comenzando el movimiento nocturno tan característico de este enorme bazar. Este mercado se divide en dos partes, una zona diurna de venta al por menor, y una zona nocturna de venta al por mayor. La parte nocturna es increíble, porque todo el movimiento se produce de noche, cuando llegan autobuses con comerciantes de otras ciudades. Fui varias veces y me quedo con la boca abierta al ver los vendedores y compradores, los hombres porteadores, las motos, los puestos de comida, y una ajetreo al lado del cual un hormiguero parece un remanso de paz.
Era un momento perfecto para cenar, así que buscamos un restaurante sencillo y comimos otro naengmyeon. La elección del plato no fue buena, lo reconozco, pero era lo que más me apetecía en ese momento.
Tras cenar completamos el círculo regresando al punto de partida, la puerta Dongdaemun. Ahora ya era de noche, y la puerta lucía más bonita que bajo el sol de la mañana. Eran las 21:00 horas de la noche, casi doce horas después de haber salido del mismo punto por la mañana.
Justo al lado de la puerta estaba la caseta donde colocamos el últimos sello al mapa, y también el lugar donde reclamamos nuestra recompensa. El premio por recorrer toda la muralla y poner los cuatro sellos correspondientes a las cuatro puertas principales es una miserable chapa, que además no es especialmente bonita. Sin embargo la guardaré con cariño, como recuerdo de un día fantástico en el que caminé durante once horas para recorrer 28 kilómetros.
Espero que te haya gustado leer esta crónica, bastante más larga de lo que acostumbro a hacer en este blog. En el futuro saldrá algún otro post ampliando detalles de algunas partes de la muralla, pero creo que estos dos ya contienen bastante información sobre el tema. Ya sabes, si quieres pasar un día diferente en Seúl, date una vuelta por la muralla.
→ Por si aún no lo has visto, en este post tienes el mapa de la muralla de Seúl y en este otro está la primera parte de este recorrido.
Madre mía, vaya paliza que os disteis. Encima cuesta arriba... el otro día yo tuve que "pereguinar" 10km y pensé que me quedaba en el sitio. ¡Cómo se nota los que llevan una vida sana!
ResponderEliminarCiertamente la chapa un poco cutre :p
Ten en cuenta que este verano y otoño corrí tres medios maratones ;)
EliminarMe encanto todo el relato....definitivamente este recorrido en mi lista de sitios a visitar....aunque creo que debo prepararme fisicamente para el reto....saludos...
ResponderEliminarNo es tan duro como puedas pensar, aunque la verdad es que yo aconsejaría dividir el recorrido entre dos o tres días para disfrutarlo más.
EliminarMuy buenos los dos post de la muralla, interesante experiencia.
ResponderEliminarPues para la próxima vez que vengas ya sabes ;)
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