Biblioteca gratuita en la montaña Namsan de Seúl

Hay días en que el cuerpo se pone de acuerdo con el espíritu y juntos piden a gritos un día tranquilo más cerca de la naturaleza que del asfalto. En uno de esos días, resuelto con un paseo familiar por la montaña Namsan de Seúl, me llevé una gran sorpresa al ver un parque con libros a disposición de los visitantes de forma libre y gratuita. Mi primer pensamiento fue “¿y no se los lleva nadie?”; y justo entonces, aún con la mala conciencia dándome vueltas por la cabeza, me di cuenta de por qué algo así sería imposible en España.

Esta biblioteca al aire libre está en la cara sur de la montaña Namsan, en ese punto en que el parque se transforma en montaña, no muy lejos de la puerta Namdaemun (o Sungnyemun, como insisten en llamarla ahora). Es un pequeño parque con algunas mesas y varios bancos para que la gente pueda sentarse en paz. Y entre los asientos y los árboles hay una especie de estanterías de madera repletas de libros. La gente llega, coge un libro de su interés, y se pone a leerlo en uno de los bancos. Si un libro no se termina en el mismo día puede dejarse para retomar la lectura al día siguiente. También se pueden llevar a casa, con el compromiso tácito de devolverlo a su lugar lo antes posible. No hay vigilantes ni sistemas de seguridad ni cámaras CCTV controlando a los presuntos ladrones. Nada. Es un lugar que funciona con una base de altruismo público y una gran dosis de buena voluntad por parte de los usuarios.

La ubicación no es del todo casual, ya que está justo al lado de la Biblioteca de Namsan, que es una de las más grandes y antiguas de Seúl. Fundada en 1922 en Myeong-dong, cuando este barrio empezó a transformarse en un gran centro comercial los libros tuvieron que buscar un nuevo hogar en la montaña Namsan. Es una biblioteca pública con medio millón de volúmenes, situada en un hermoso entorno. El parque está gestionado por esta biblioteca, como un esfuerzo por promocionar el hábito de la lectura pausada, en papel, en unos tiempos en los que domina la rapidez de lo digital.

Cerca del parque, al lado de la biblioteca, se erigen con orgullo sendas estatuas dedicadas a dos de los grandes eruditos de la época Joseon de Corea. Uno es "Toegye" Yi Hwang (퇴계이황), un erudito del siglo XVI autor de numerosos libros confucianistas y fundador de la academia Dosan Seowon de Andong, y que aparece en los billetes actuales de 1.000 won. El otro es "Dasan" Jeong Yak-yong (다산 정약용), filósofo del siglo XIX que participó en los movimientos de reforma social conocidos como Silhak, y que tuvo problemas debido a la fe católica de parte de su familia. Dos grandes figuras históricas de Corea, ambas ligadas al confucianismo, que propiciaron cambios importantes en dos épocas bien diferentes.

El erudito confuciano "Toegye" Yi Hwang.

El filósofo confuciano "Dasan" Jeong Yak-yong.

Yo, por mi parte, no puedo más que aplaudir este tipo de iniciativas que ponen la lectura al alcance de la gente. Parece ser que están en auge también en otras partes del país, porque recientemente leí algo sobre algo parecido en las montañas de Busan. Hay pocas formas mejores de gastar una hora desocupada que leyendo un buen libro. Hasta ahora pensaba que la mejor forma de disfrutar de un libro era sentarme cómodamente en casa, preferiblemente con buena música de fondo. Ahora he descubierto una nueva forma, que es sentado en medio de la naturaleza y compartiendo el momento con otros entusiastas de la tinta sobre papel, y que el sonido de fondo lo ponga la naturaleza. La pena es que los libros estuviesen solo en coreano. Un motivo más para aprender el idioma del país que me acoge.

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