lunes, 12 de agosto de 2013
10 comentarios

Al final, cerró la fábrica

FINSA Forest Products en Irlanda

Me cuenta un pajarito que al final ha sucedido lo inevitable: la fábrica de FINSA Forest Products en Irlanda ha parado de producir definitivamente. Parece que de momento se mantendrá como un almacén, pero las líneas de producción ya fueron vendidas. Y yo, que estoy a 10.000 kilómetros de Scariff, no puedo evitar un cierto sentimiento de nostalgia por la fábrica donde hice mis primeros y mayores pinitos.

Es triste ver cómo llega a su final una historia que comenzó allá por los años 40, cuando un grupito de alemanes del este llegó a Irlanda con una pequeña fortuna y la firme voluntad de invertirla en un proyecto industrial. Se instalaron en el este del condado de Clare por ser un gran productor de madera, y al principio la fábrica no era más que un gran aserradero, pero contaba con sus propio equipo de trabajadores forestales. Se encargaban de todo el proceso, desde la tala a la instalación del mobiliario, y empleaban a más de 400 personas.

A principios de los 80, cuando estos alemanes ya disfrutaban de una merecida jubilación, la fábrica cayó víctima de su ineficiencia. Fueron meses de tensión sindical, con los trabajadores encerrados en las instalaciones para impedir la venta de la maquinaria. Al rescate llegó en 1984 FINSA, la gran maderera gallega. Cuenta la leyenda que el parque de madera tenía más troncos almacenados de lo que costó hacerse cargo de la fábrica, y que durante los primeros años los beneficios fueron sustanciales.

En los 90, cuando ya se había temrinado la materia prima gratuita y las instalaciones amenazaban con el derrumbe, llegó otro punto de inflexión. Por primera vez FINSA se planteó el cierre de unas instalaciones que ya no daban más de sí. En una apuesta de todo o nada, se decidió invertir bastante dinero en una nueva línea de tablero, con la inclusión de una prensa contínua de Siempelkamp pequeña (la más pequeña del mundo, con apenas 11.5 metros de longitud) pero de tecnología punta. Esa inversión nunca se llegó a recuperar del todo, porque la gestión de una fábrica moderna es mucho más compleja que un aserradero, y porque la mayoría de irlandeses nunca se implicaron tal como los mandos gallegos esperaban (falsas esperanzas, podría decirse). A esto se sumó la crisis que comenzó en 2008 y aún perdura, con el estallido de una burbuja inmobiliaria que en Irlanda no estaba menos hinchada en España.

A principios de 2008, cuando yo regresé a España, la fábrica acababa de cerrar un año muy bueno. Tras el esfuerzo de muchos, tanto españoles como irlandeses, por fin se había mejorado la productividad y eficiencia. Había más de 150 empleados, las líneas producían sin problemas, los sindicatos estaban más o menos calmados, los precios de venta no eran malos, y el mercado absorbía todo lo que se producía. Un año más tarde, otra vez en pérdidas, paradas de producción por falta de pedidos, despidos puntuales que volvieron a encrespar los ánimos como antaño, y la perspectiva de un futuro aún más negro.

Fábrica de FINSA Forest Products en Scariff
Tal como se ve la fábrica era tan grande como el pueblo.
Fábrica de FINSA Forest Products en el centro de Irlanda
Tras la fábrica, Scariff; y al fondo, el lago Lough Derg.

“Entre todos la mataron y ella solo se murió” o “Crónica de una muerte anunciada”, cualquiera de estos títulos servirían para poner nombre a lo sucedido. La empresa española nunca confió plenamente en la fábrica, y las inversiones llevaban 15 años reducidas al mínimo imprescindible. Los trabajadores nunca se involucraron con el futuro de la fábrica, y siempre pensaron más en su presente que en el futuro común. La región, pese a la ausencia casi total de grandes empleadores, parecía mucho más empeñada en cobrar impuestos que en dar facilidades. El gobierno irlandés estaba decidido a expulsar la industria pesada del país, con unas leyes medioambientales cada vez más duras. Incluso Coillte, la empresa forestal pública, parecía estar en contra de FFP tras haberse hecho con el monopolio de la gestión y transformación de más del 70% de la madera del país.

Ahora FFP sobrevive como un almacén que se nutre de los tableros producidos en España para venderlos en Reino Unido. Trabajan apenas una docena de personas, en un centro logístico con futuro incierto que puede ser un simple paso intermedio para el cierre total. La maquinaria y líneas de producción se desmontaron y vendieron. Parece ser que mi querida melamina 2, mi gran amor irlandés, está en algún lugar de Colombia. Y yo en Corea. Las vueltas que da la vida.

Línea de Melamina 2 en FINSA Forest Products
Prensa de la Melamina 2, el gran amor al que entregué incontables horas de pasión.

Por supuesto, todo esto sobrevive en mi memoria. Las amistades que me guardo para siempre, tras haber compartido momentos de mucho trabajo pero también una gran camaradería. Las interminables jornadas programando PLCs y diseñando instalaciones eléctricas. El descubrimiento de que el mantenimiento puede ser un campo apasionante, si se gestiona de forma adecuada. El aprendizaje continuo, muchas veces a golpes. Cientos de anécdotas que no parecen reales. Y las pintas y las botellas de Jameson, en esas largas veladas de soledad en compañía. Todo forma parte de un pasado que entonces parecía gris, pero que ahora veo lleno de color.
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10 comentarios EN BLOGGER
  1. Eso es así cuando te va bien en el currelo, yo he salido de varias empresas que al tiempo han terminado echando la persiana, y en algunas he llegado a pensar que como han podido resistir tanto tiempo

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    1. Las empresas nacen y mueren, eso es ley de vida. Lo que pasa en este caso es que este fue un trabajo con el que me involucré muchísimo, y por eso me apena saber que todo lo hecho se ha ido al traste.

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  2. Que pena que cierre algo de lo que fuiste y dedicases tanto empeño. Al menos te quedan las amistades y los buenos recuerdos.

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    1. Bueno, en eso consiste la vida, en ir quemando etapas...

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  3. Lo que dices es un defecto de las políticas de muchos gobiernos con las empresas y los inversionistas. Me parece curioso que te quejes un poco de tus colegas al decir que no pensaban en la empresa :P

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    1. Es que había una gran diferencia de actitud entre los españoles desplazados desde la matriz y los irlandeses del pueblo. Los españoles nos dejábamos el alma por la empresa, con la esperanza de regresar a España con una buena posición. Los irlandeses pasaban de todo porque consideraban el salario de la fábrica como algo seguro, y en muchos casos un complemento a los ingresos de sus granjas; ahora que se quedaron sin empleo se tiran de los pelos, pero ya es tarde. En el medio había algunos irlandeses muy profesionales y esforzados, especialmente el que era mi compañero directo. Me da mucha rabia saber que ese puñado de excelentes trabajadores y buenas personas lo están pasando mal.

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  4. Tu respuesta me da mas razones para pensar que los gobiernos paternalistas malcrían a los ciudadanos. Saludos ;)

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    1. Tienes toda la razón, aunque no sea políticamente correcto. En el caso concreto de Irlanda se unió la burbuja inmobiliaria con un boom de empresas extranjeras de alto valor añadido (yecnológicas, farmacéuticas, internet, etc.) que montaron en Irlanda sus filiales para Europa. Escogieron Irlanda porque el gobierno irlandés se gastó los fondos de cohesión de la Unión Europea en darles buenas condiciones a esas empresas (suelo barato, exención de impuestos, etc.) en vez de gastarlo en construir infraestructuras como hizo por ejemplo España. Gracias a esas condiciones ventajosas, los salarios se dispararon y se llegó al pleno empleo. Básicamente, había que ser muy torpe o muy alcohólico para no cobrar un sueldazo. El nivel de vida subió muchísimo, los irlandeses viajaban por toda Europa, y se veían cochazos cada día. Así funcionaba el "tigre celta", y durante unos años todo fue jauja.

      El problema es que cuando se terminaron esos fondos, las empresas hicieron las maletas y se fueron a países más baratos como Polonia o Eslovaquia. Como además coincidió con el estallido de la burbuja inmobiliaria, el golpe fue doble.

      En pocas palabras: Irlanda se bebió las ayudas europeas.

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    2. Exacto, y gracias ya sé que soy políticamente incorrecto :D

      Ya que pusiste el tema, existe una manera muy sencilla de abordar ese tema del gasto público para los que no son entendidos en ciencas económicas. No tiene nada que ver con el tema, pero me parece ilustra mucho tu crítica y mi punto también. http://goo.gl/iiGNa0

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    3. Me han encantado los vídeos musicales de macroeconomía. Ah, la típica pelea Hayek vs. Keynes hahaha

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