Farolillos en Jongno y Jogyesa

El pasado 10 de mayo se celebró en Corea el "Cumpleaños de Buda", que es la conmemoración del nacimiento de Buda. Se trata de una de las celebraciones más importantes de Corea, aunque cada año cae en un día diferente debido a que se rige por el calendario lunar.

En el año del tigre, no podía faltar el farolillo de este fiero animal.

Uno de los elementos más característicos de esta celebración son los faroles de loto, unas estructuras realizadas en papel que se iluminan desde dentro. Aunque originalmente representaban la flor de loto en la según la leyenda nació Buda, hoy en día se construyen farolillos de todo tipo, con diferentes formas, tamaños y colores. Otro cambio es el sistema de iluminación, que originalmente era a base de velas y ahora consiste en pequeños LEDs, mucho más seguros si se tiene en cuenta que los farolillos están hechos de papel.

Diversos farolillos en Jongno.

¿Más raro que un perro verde?

Desde una semana antes de la celebración, todos los templos del país se adornan con farolillos de diversos colores, que forman un cielo que muestra todo su esplendor de noche, cuando los farolillos se iluminan. Esta es una visión que a mí personalmente me encanta ver.

Farolillos de personajes tradicionales.

Farolillos de elefantes.

También se decoran muchas calles y zonas urbanas, con hileras de farolillos, de una forma mucho más modesta que en los templos, pero que aportan una interesante nota de color a las siempre bulliciosas calles coreanas.

Un cerdito, que en Corea se considera un animal que atrae el dinero.

Otro personaje mitológico.

Uno de los mejores lugares para admirar estos farolillos es Jongno, pues allí se celebra cada año el Festival de Farolillos de Jongno, durante el cual se exhiben farolillos con forma de animales y escenas tradicionales. Algunos de los farolillos de este año podéis verlos en las fotos que acompañan a este texto.

Entrada del templo de Jogyesa, repleto de gente.

El motivo de que se celebre este festival precisamente en esta calle es la ubicación del Templo Jogyesa, el cual, pese a su reducido tamaño, pasa por ser la "sede central" del budismo en Corea. Es uno de los pocos templos construidos en medio de una gran ciudad, y resulta una visita casi obligada para quienes visiten Corea por turismo.

Uno de los ritos en los templos budistas: bañar a un pequeño Buda.

Como decía al principio, los miles de farolillos que se cuelgan en los alrededores de los templos son una de mis visiones favoritas de Corea.

Farolillos amarillos y azules.

De todos los colores.

El árbol se pierde entre el cielo de farolillos.

Incluso el árbol está adornado.

Las personas pueden hacer donaciones para costear los farolillos y los otros gastos del templo. A cambio, aquellas personas que colaboren económicamente reciben una tarjeta donde escribir su nombre, que después es colgada en uno de los farolillos. Ésta es una práctica muy común en los templos budistas, y no sólo en esta fecha especial.

El encargado de colgar las tarjetas en los farolillos.

Como suele suceder en este tipo de celebraciones, al final se olvida el origen religioso. Así, este es un festival del que pueden disfrutar personas de cualquier religión, tanto en la calle como en los templos, que están siempre abiertos a cualquier persona.

Buda, el homenajeado, meditando ajeno a la celebración.

Fuera del templo también hay animación, con actuaciones folclóricas que incluyen un dragón, e incluso un concierto al aire libre en el que se interpretaban diversos estilos de música coreana.

Niños que portan flores de luz, posando antes de entrar en el templo.

Bailarinas descansando.

Actuación folclórica en la calle.

Dragón reposando tras el paseo.

Concierto gratuito con música mayormente tradicional.

Si os coincide estar por Corea en el mes de mayo (ojo, que la fecha exacta cambia cada año), este festival es una de las visitas más interesantes. Yo el próximo año pienso repetir.